365 días después

Dije que no iba a hacerlo en un salón porque era demasiado. Participé de fiestas en las que, mientras los adultos se emborrachaban y pasaban vergüenza gracias a las artes de una animadora, el agasajado lloraba en brazos de un integrante de la única mesa de todo el cumpleaños que no participaba de ningún juego (adivinen cuál era esa mesa).
Pero sí tenía ganas de festejar. Y motivos de sobra: el primer año de mi primer hijo. No se trataba sólo de la alegría por ver cómo creció ese ser minúsculo que un día habitó mi panza y ahora anda por la casa diciendo "uva". También se trata del festejo de un año en el que podemos decirlo, sobrevivimos: como padres (superando las ganas de tomar un vuelo a Singapur para no volver), como pareja (y hubo momentos jodidos, jodidos), como primerizos. Todo un logro. Se los aseguro.
Así que poco a poco me fui entusiasmando, y lo que tenía pensado como un té "muy tranquilo" con la familia, terminó con adornos, torta de DOS pisos e inclusive unos souvenirs (hechos a mano, para los que hicimos una sesión de fotos ad hoc con gorro y globos).
¿Se me fue un poco de las manos? Naaah.
En mi defensa sólo voy a decir una palabra (y los que lo conocen sabrán qué significa): Pinterest. 
El resultado fue una linda reunión, en la que todos la pasamos bonito, comimos mucho, y cantamos el feliz cumpleaños después de la siesta del homenajeado, que se rehusó a soplar la velita (aunque la semana anterior se la pasó soplando al aire cada vez que le cantábamos el apio verde). 
Superamos el primer año. Ahora todo será pan comido (paabre, ella se autoengañaba como loca.)




PD: El niño recibió regalos, algunos de tamaño considerable. Digo yo, si empezamos así, qué me espera en tres años? ¡Voy a tener que alquilar un departamentito aparte sólo para guardar juguetes! 

e-valuando

Amo los libros. Esto significa que me gusta mucho leer -de todo, de a dos o tres libros al mismo tiempo, en todos lados- pero también quiere decir que los libros como objeto me pueden. Obsesiva, presto mis libros con mil recomendaciones y sufro -literalmente- hasta que no los veo de vuelta en mis manos, sanos y salvos.
Para mí el significado de herejía es usar un libro como si fuera una revista y doblarlo todo como un panqueque. O marcar el avance de la lectura haciendo un doblez en las puntas de las páginas.
A nadie le debe interesar todo lo dicho, pero lo cuento porque hace un par de semanas estoy evaluando una posibilidad que ni se me pasaba por la cabeza: comprar un e-book reader.
Mis razones:
- Los libros están cada día más caros, y las ediciones son cada día más pedorras. Actualmente estoy leyendo una saga que va a constar de 7 tomos. Y cada uno cuesta 150 pesos. ¿Estamos todos locos? ¿Quieren que venda los órganos para poder leer?
Para peor, uno se gasta esa cantidad de dinero y ni bien abre el susodicho libro las hojas empiezan a desprenderse como si hubiese llegado el otoño. Así no. 
- Como soy lectora ávida me he bajado una biblioteca completa en pdf, hace muchos años ya, y nunca pude leer nada porque no hay cosa que me moleste más que leer en la pantalla de la computadora (sumado al hecho de que tengo migraña y el brillo del monitor no ayuda).
- Los e-books son mucho más baratos. Eso sin contar que hay versiones piratas de todo lo que uno se imagine, gratis. 
Entonces evalúo. Hay contras:
- lo dije, amo los libros;
- no sé si me sentiré a gusto con la experiencia de lectura en ese aparato;
- no tengo la más pálida idea de qué me conviene comprar.
En fin. Si lxs lectorxs de este blog usan o usaron e-book readers, o saben -digamos- qué se siente, les agradeceré el comentario.
Mientras tanto seguiré leyendo a la antigua. Y evaluando empezar a hacerme la moderna.