Se fueron a la guardia por las dudas, para agarrar las cosas a tiempo.
Mientras yo cociné una torta de vainilla. Con colores. Para ambos.
Siempre los extraño cuando salen de ronda hospitalaria. Ya es una especie de tradición.
Es que todo empezó cuando yo portaba una panza de 38 semanas, y no era muy práctico ni muy recomendable que fuera a un hospital lleno de gérmenes. Además con suerte me podía mover.
Así que fueron ellos.
Y la segunda vez Rosita era un bofe mínimo que no se podía despegar de mi teta. Y tampoco podía recibir tanto virus volador.
Así que fueron ellos.
Igual que el sábado.
Y les hice torta. Pero a la hora de la merienda la torta quedó sola esperando en la mesada.
Fueron cuatro días. Millones de horas.
Cuatro días de maravillarme con el aguante y el humor de mi hijo, atado a unas máquinas y sin embargo sonriente. Al borde del ahogo y sin embargo charleta.
Cuatro días en los que no dormimos juntos en un sillón. El mejor equipo del mundo, nosotros dos.
Cuatro días de extrañar, de querer estar en dos lugares a la vez. Extrañando a una, tan chiquita, que andaba de mano en mano, pasando el tiempo con abuelas, tíos, los que estuvieran disponibles.
Y extrañándolos, cuando estaba con ella, esos veinte minutos de abrazos y besos para que no se sintiera tan extraña. Ella, o yo.
Nunca sentí miedo. No lloré.
No porque no tuviera miedo. Mi angustia me espera, se guarda, me deja hacer, me permite ser de piedra. Y un día me caga a palos. Pero ese día ya no necesito ser una piedra.
Hoy ponele.
Cuatro días después volvimos los tres, para volver a ser cuatro.
Y después me volví a encontrar con el caos diario, el cansancio, los dos dando vuelta la casa... pero esta vez lo disfruté. Me encontré sonriendo entre llantos, mocos y comida en el pelo.
Prefiero una eternidad de este quilombo de a cuatro.
No quiero nunca más cuatro días eternos.
No ser de aquí ni ser de allá
No tener tiempo se ha convertido en mi esencia.
Corro, transpiro la camiseta, me duelen los pies, y el cuello, y la cabeza. Y al final del día recuerdo que no hice ni la mitad de las cosas que hubiese querido.
Y siempre una de esas cosas es ponerme a tiro con los blogs de ustedes, y con este espacio, que me da vueltas en la cabeza pero al que no me asomo hace más de dos meses.
Y eso porque no tengo tiempo. Pero también porque no estuve. Me fui de viaje. Y en pocos días me vuelvo a ir. Mezcla de trabajo, familia y ocio.
Me fui y descubrí que dos pibes de menos de 3 años en un avión pueden portarse como dos santos. Y los dos pibes de atrás pueden portarse como el reverendo ojete. Y está bien, porque son pibes. Y si pretendés que no lloren o no se embolen metidos ocho horas en un espacio cerrado, mínimo e incómodo sos medio pelotudo. Qué querés que te diga. Fijate cómo se portan los adultos y no le pidas peras al olivar.
Descubrí que podemos salir a cenar los cuatro y pasarla bien.
Que los puedo llevar al cine. Que a Rosita no le da miedo nada. La subas a donde la subas, le muestres lo que le muestres. Que a todo le devuelve una sonrisa, de cuatro dientes y una nariz coloradita.
Que el Chino creció, y está faquiiiiito y alto, pero además está vergonzoso. Que no baila tan libre como siempre. Por lo menos frente a los otros.
Que descubrió el miedo a la oscuridad, y las pesadillas. Y él que dormía toda la noche, y se iba a acostar solito, ahora se rebela, se pasa a la cama, se despierta mil veces.
Rosita duerme, toda la noche. Se ve que la idea es ir turnándose para que los que no puedan dormir seamos nosotros, los padres.
El Chino también descubrió que tiene una hermana que dejó de ser un bofe y ahora atrae la atención del resto, y estalla de celos. Y hubo mordidas, y hay rabietas. Y hay que trabajar el equilibrio... y la meditación zen para no ahocarlo.
Descubrí que viajar con dos pibes tan chiquitos es muy trabajoso, y cansa. Que vivir con dos pibes tan chiquitos cansa, porque no parás, un segundo. Pero se puede. Si no te ahogás en un vaso de agua.
Si pensás que todo se va ir solucionando, que si olvidaste la mamadera la pibita tendrá que aprender a tomar en vaso. Que si te olvidás el pañal, el pibito andará cagado un rato más, hasta que encuentres una farmacia.
Lo que no te podés olvidar es la paciencia, y la creatividad para encontrar soluciones. Porque no se puede estar en todo, todo el tiempo.
Se puede viajar, y vivir, y reirse, y disfrutar, con una de 10 meses y otro de dos años y medio, mientras no intentes ser la mujer maravilla.
Y lo digo para convencerme, porque parte de este cansancio eterno es esta -mala- costumbre de intentar tener todo bajo control.
Se viene otro avión, más horas. Menos ocio. Más situaciones desconocidas, nuevas. In-con-tro-la-bles.
Ya no espero el caos. O sí, pero lo abrazaré como a un amigo de la infancia.
No espero acordarme de todo. Estar aquí y más allá, pronosticando el futuro y llevando la solución encima. Si pasa, algo se me ocurrirá.
Ser la "mami" perfecta no es para mí. Con ser "mami" a secas ya tengo suficiente.
Corro, transpiro la camiseta, me duelen los pies, y el cuello, y la cabeza. Y al final del día recuerdo que no hice ni la mitad de las cosas que hubiese querido.
Y siempre una de esas cosas es ponerme a tiro con los blogs de ustedes, y con este espacio, que me da vueltas en la cabeza pero al que no me asomo hace más de dos meses.
Y eso porque no tengo tiempo. Pero también porque no estuve. Me fui de viaje. Y en pocos días me vuelvo a ir. Mezcla de trabajo, familia y ocio.
Me fui y descubrí que dos pibes de menos de 3 años en un avión pueden portarse como dos santos. Y los dos pibes de atrás pueden portarse como el reverendo ojete. Y está bien, porque son pibes. Y si pretendés que no lloren o no se embolen metidos ocho horas en un espacio cerrado, mínimo e incómodo sos medio pelotudo. Qué querés que te diga. Fijate cómo se portan los adultos y no le pidas peras al olivar.
Descubrí que podemos salir a cenar los cuatro y pasarla bien.
Que los puedo llevar al cine. Que a Rosita no le da miedo nada. La subas a donde la subas, le muestres lo que le muestres. Que a todo le devuelve una sonrisa, de cuatro dientes y una nariz coloradita.
Que el Chino creció, y está faquiiiiito y alto, pero además está vergonzoso. Que no baila tan libre como siempre. Por lo menos frente a los otros.
Que descubrió el miedo a la oscuridad, y las pesadillas. Y él que dormía toda la noche, y se iba a acostar solito, ahora se rebela, se pasa a la cama, se despierta mil veces.
Rosita duerme, toda la noche. Se ve que la idea es ir turnándose para que los que no puedan dormir seamos nosotros, los padres.
El Chino también descubrió que tiene una hermana que dejó de ser un bofe y ahora atrae la atención del resto, y estalla de celos. Y hubo mordidas, y hay rabietas. Y hay que trabajar el equilibrio... y la meditación zen para no ahocarlo.
Descubrí que viajar con dos pibes tan chiquitos es muy trabajoso, y cansa. Que vivir con dos pibes tan chiquitos cansa, porque no parás, un segundo. Pero se puede. Si no te ahogás en un vaso de agua.
Si pensás que todo se va ir solucionando, que si olvidaste la mamadera la pibita tendrá que aprender a tomar en vaso. Que si te olvidás el pañal, el pibito andará cagado un rato más, hasta que encuentres una farmacia.
Lo que no te podés olvidar es la paciencia, y la creatividad para encontrar soluciones. Porque no se puede estar en todo, todo el tiempo.
Se puede viajar, y vivir, y reirse, y disfrutar, con una de 10 meses y otro de dos años y medio, mientras no intentes ser la mujer maravilla.
Y lo digo para convencerme, porque parte de este cansancio eterno es esta -mala- costumbre de intentar tener todo bajo control.
Se viene otro avión, más horas. Menos ocio. Más situaciones desconocidas, nuevas. In-con-tro-la-bles.
Ya no espero el caos. O sí, pero lo abrazaré como a un amigo de la infancia.
No espero acordarme de todo. Estar aquí y más allá, pronosticando el futuro y llevando la solución encima. Si pasa, algo se me ocurrirá.
Ser la "mami" perfecta no es para mí. Con ser "mami" a secas ya tengo suficiente.
no está muerto quien postea II
Saco la cabeza del termo para decir que ya voy a leer los blogs, que en algún momento abriré el Facebook y así podré enterarme que el resto del mundo sí tiene una vida (oh, esha la sufridita).
Estoy un poquito saturada. Un poquito.
El jardincito es hermoso para la socialización del niño, el Chino va feliz, pero por desgracia vuelve cargado de virus de todos los colores.
Y cae enfermo. Y atrás el broncoespasmo.
Y contagia a la hermana, y por suerte ella también termina broncoespásmica. Porque los genes son así de simpáticos.
Y contagia a la señora que los cuida mientras yo intento trabajar, o pintarme una uña. Y la señora no viene una semana. Y yo me quiero cortar las venas con una galletita de agua.
Y en el medio me agarra tendinitis en el tobillo. Y quedo renga, y me es imposible hacer reposo. Y el día que duerme bien Rosita yo no pego un ojo del dolor.
Y hago sesiones de kinesiología al divino pedo, porque el tobillo se hincha cada noche. Y la kinesióloga respiratoria de Rosita me dice, mientras Rosita aúlla como si a estuvieran desollando, que mínimo me tengo que poner hielo tres veces al día. Y yo pienso cuándo catzo tengo tres momentos en los que puedo estar con las patas levantadas quince minutos. Y el hielo sale una vez por día, y gracias.
Y Rosita tose, y el Chino moquea, y acá nos hicimos devotos de San Ventolín, patrono de los pulmones liberados. Y de la Virgen Desatamocos. Y de la kinesióloga, que es una santa.
Y también trabajo, cuando puedo. Y me hacen ir a reuniones en el culo del planeta para decirme una pelotudez que podrían mandarme perfectamente por mail. y tengo que dejar a los pibes con mi hermano, que tiene la pedagogía de un chimpancé, porque la señora que los cuida está enferma.
Y mi mamá me dice que estoy más flaca.
Debo estar por fallecer.
Y que me cuide.
Y me duele todo.
Y el endocrinólogo me confirma que mi tiroides bien, que eso de estar quedándome pelada, que me duela hasta el apellido y que no tenga ni fuerzas para levantarme a la mañana debe ser stress.
Y concubino me dice que seguro tengo cáncer.
Y nos reimos.
Porque somos así. Tan chistosos.
Y escribo esto con la culpa de no haber pasado por ningún blog, de haberme pasado la colecta de la escuelita, porque no leo ni los mails, de no hablar con mis amigos ni por chat. De olvidarme de la mitad de las cosas. De no poder entablar una conversación más o menos coherente con nadie porque no dormí, porque estoy pensando en otra cosa.
Porque vivo en un termo.Del que saco la nariz cinco minutos, antes de ir a llevar al Chino al jardín. Y lleno este blog de lamentos. Y puteadas.
Ustedes perdonen.
Llego tarde al jardín.
Saludos a todos.
Estoy un poquito saturada. Un poquito.
El jardincito es hermoso para la socialización del niño, el Chino va feliz, pero por desgracia vuelve cargado de virus de todos los colores.
Y cae enfermo. Y atrás el broncoespasmo.
Y contagia a la hermana, y por suerte ella también termina broncoespásmica. Porque los genes son así de simpáticos.
Y contagia a la señora que los cuida mientras yo intento trabajar, o pintarme una uña. Y la señora no viene una semana. Y yo me quiero cortar las venas con una galletita de agua.
Y en el medio me agarra tendinitis en el tobillo. Y quedo renga, y me es imposible hacer reposo. Y el día que duerme bien Rosita yo no pego un ojo del dolor.
Y hago sesiones de kinesiología al divino pedo, porque el tobillo se hincha cada noche. Y la kinesióloga respiratoria de Rosita me dice, mientras Rosita aúlla como si a estuvieran desollando, que mínimo me tengo que poner hielo tres veces al día. Y yo pienso cuándo catzo tengo tres momentos en los que puedo estar con las patas levantadas quince minutos. Y el hielo sale una vez por día, y gracias.
Y Rosita tose, y el Chino moquea, y acá nos hicimos devotos de San Ventolín, patrono de los pulmones liberados. Y de la Virgen Desatamocos. Y de la kinesióloga, que es una santa.
Y también trabajo, cuando puedo. Y me hacen ir a reuniones en el culo del planeta para decirme una pelotudez que podrían mandarme perfectamente por mail. y tengo que dejar a los pibes con mi hermano, que tiene la pedagogía de un chimpancé, porque la señora que los cuida está enferma.
Y mi mamá me dice que estoy más flaca.
Debo estar por fallecer.
Y que me cuide.
Y me duele todo.
Y el endocrinólogo me confirma que mi tiroides bien, que eso de estar quedándome pelada, que me duela hasta el apellido y que no tenga ni fuerzas para levantarme a la mañana debe ser stress.
Y concubino me dice que seguro tengo cáncer.
Y nos reimos.
Porque somos así. Tan chistosos.
Y escribo esto con la culpa de no haber pasado por ningún blog, de haberme pasado la colecta de la escuelita, porque no leo ni los mails, de no hablar con mis amigos ni por chat. De olvidarme de la mitad de las cosas. De no poder entablar una conversación más o menos coherente con nadie porque no dormí, porque estoy pensando en otra cosa.
Porque vivo en un termo.Del que saco la nariz cinco minutos, antes de ir a llevar al Chino al jardín. Y lleno este blog de lamentos. Y puteadas.
Ustedes perdonen.
Llego tarde al jardín.
Saludos a todos.
madre de dragones
“Si es cierta la mitad de las anécdotas que nos llegan de la bahía
de los esclavos, esa niña es un monstruo. Dicen que tiene sed de sangre,
que quienes osan contradecirla acaban empalados para sufrir una muerte
lenta. Dicen que es una bruja que alimenta a sus dragones con carne
de recién nacido, que rompe juramentos y treguas, que se burla de los
dioses, amenaza a los enviados y se vuelve contra aquellos que la sirven
con lealtad. Dicen que es insaciable, que se aparea con hombres,
mujeres y enucos; hasta con perros y niños, y pobre del amante que no
logre satisfacerla. entrega el cuerpo a los hombres para poseer su
alma.
(...)
-Dicen -repitió Haldon- ¿Quién lo dice? Los esclavistas, los exiliados a los que han expulsado de Astapor y Meereen. Simples calumnias.
- Las mejores calumnias están aderezadas con un toque de verdad - apuntó Qavo- pero el verdadero pecado de la chica es innegable. Esa niña rrogante ha decidido acabar con el tráfico de esclavos, y el tráfico de esclavos nunca fue exclusivo de la bahía. Formaba parte del comercio mundial, y la reina dragón ha enturbiado las aguas. Tras la Muralla Negra, los señores de sangre antigua duermen inquietos mientras oyen a sus esclavos afilar los cuchillos en la cocina. Los esclavos cultivan nuestros alimentos, limpian nuestras calles, instruyen a nuestras jóvenes, vigilan las murallas, reman en las galeras, combaten en las batallas... Y cuando miran hacia el este ven el brillo lejano de esa jóven reina, la rompedora de cadenas."
(...)
-Dicen -repitió Haldon- ¿Quién lo dice? Los esclavistas, los exiliados a los que han expulsado de Astapor y Meereen. Simples calumnias.
- Las mejores calumnias están aderezadas con un toque de verdad - apuntó Qavo- pero el verdadero pecado de la chica es innegable. Esa niña rrogante ha decidido acabar con el tráfico de esclavos, y el tráfico de esclavos nunca fue exclusivo de la bahía. Formaba parte del comercio mundial, y la reina dragón ha enturbiado las aguas. Tras la Muralla Negra, los señores de sangre antigua duermen inquietos mientras oyen a sus esclavos afilar los cuchillos en la cocina. Los esclavos cultivan nuestros alimentos, limpian nuestras calles, instruyen a nuestras jóvenes, vigilan las murallas, reman en las galeras, combaten en las batallas... Y cuando miran hacia el este ven el brillo lejano de esa jóven reina, la rompedora de cadenas."
George R. R. Martin, "Danza de dragones"
un premio, un premio!
Mi desordenada cabeza en general me impide responder estos memes porque simplemente me olvido. Y cuando me acuerdo ya pasaron como dos mil años.
Así que, haciendo gala de un esfuerzo mental increíble, voy a responder a este premio.
Antes que nada: Gracias Mamy a la obra! Una mujer multitaskin. Si no, vean su blog y las cosas hermosas que hace. Una decana del reciclaje.
¿Qué te llevó a comenzar tu blog?
En el primer blog, hace dos mil años luz: Tener la loca idea de que escribía bien y me iban a editar un libro con las paparruchadas que posteaba.
Una vez que me di cuenta de que no sólo no me iban a editar ni un sobre de azúcar sino que no me leía ni mongo, abrí el segundo, para reirme de mi costado nerdoide. Y todos los días sueño con revivirlo porque le tengo mucho cariño.
Y éste lo abrí porque soy más que una nerd.
¿Qué te aporta tener un blog?
Aclarar mi cabeza.
Divertirme.
Y hace un tiempo, conocer gente linda.
¿Dónde encuentras tu inspiración?Como diría alguien: la vida misma.
¿Planificas con mucha antelación los contenidos que vas a publicar?
Puf.
¿Tienes alguna nueva idea para tu blog?Quiero abrir otro. Porque el blog es como el tatuaje, te hacés uno y terminás como Tinelli. Decía, uno nuevo que sólo trate temitas de madre. Porque mis lectores no padres se deben aburrir mucho.
Y para este nada nuevo. Seguir siendo así de fresca y simpática (?)
¿Cuánto tiempo le dedicas a tu blog?El que me permite la vida misma (con dos pibes, es casi nada, pero lo intento).
¿Cuál es tu mejor momento del día para crear?
Siempre fue y será la noche. La madrugada.
Tener una bebé que se despierta a las 4 am ponele es un aliciente bárbaro para crear.
Para crear la mejor manera de suicidarme.
¿Qué lugar del mundo te gustaría conocer?
El mundo.
Viajar es TODO.
¿Pasatiempo?
Seh, el tiempo pasa a una velocidad increíble. Y cuando puedo, leo. Ese debe ser mi pasatiempo predilecto.
Reformulo: leer y viajar son TODO.
Bueno. Y ahora debería pasar este premio a 11 blogs con menos de 200 seguidores.
Es mucho para mí. No me pidan que cabecee.
Se lo voy a pasar a Bella, que gusta de los memes, y que la tengo taaan descuidada que me siento culpable.
A Irene
A LuminicusA Mai
y a Bigmamushka (aunque nos meta los cuernos con wordpress).
Así que, haciendo gala de un esfuerzo mental increíble, voy a responder a este premio.
Antes que nada: Gracias Mamy a la obra! Una mujer multitaskin. Si no, vean su blog y las cosas hermosas que hace. Una decana del reciclaje.
¿Qué te llevó a comenzar tu blog?
En el primer blog, hace dos mil años luz: Tener la loca idea de que escribía bien y me iban a editar un libro con las paparruchadas que posteaba.
Una vez que me di cuenta de que no sólo no me iban a editar ni un sobre de azúcar sino que no me leía ni mongo, abrí el segundo, para reirme de mi costado nerdoide. Y todos los días sueño con revivirlo porque le tengo mucho cariño.
Y éste lo abrí porque soy más que una nerd.
¿Qué te aporta tener un blog?
Aclarar mi cabeza.
Divertirme.
Y hace un tiempo, conocer gente linda.
¿Dónde encuentras tu inspiración?Como diría alguien: la vida misma.
¿Planificas con mucha antelación los contenidos que vas a publicar?
Puf.
¿Tienes alguna nueva idea para tu blog?Quiero abrir otro. Porque el blog es como el tatuaje, te hacés uno y terminás como Tinelli. Decía, uno nuevo que sólo trate temitas de madre. Porque mis lectores no padres se deben aburrir mucho.
Y para este nada nuevo. Seguir siendo así de fresca y simpática (?)
¿Cuánto tiempo le dedicas a tu blog?El que me permite la vida misma (con dos pibes, es casi nada, pero lo intento).
¿Cuál es tu mejor momento del día para crear?
Siempre fue y será la noche. La madrugada.
Tener una bebé que se despierta a las 4 am ponele es un aliciente bárbaro para crear.
Para crear la mejor manera de suicidarme.
¿Qué lugar del mundo te gustaría conocer?
El mundo.
Viajar es TODO.
¿Pasatiempo?
Seh, el tiempo pasa a una velocidad increíble. Y cuando puedo, leo. Ese debe ser mi pasatiempo predilecto.
Reformulo: leer y viajar son TODO.
Bueno. Y ahora debería pasar este premio a 11 blogs con menos de 200 seguidores.
Es mucho para mí. No me pidan que cabecee.
Se lo voy a pasar a Bella, que gusta de los memes, y que la tengo taaan descuidada que me siento culpable.
A Irene
A LuminicusA Mai
y a Bigmamushka (aunque nos meta los cuernos con wordpress).
no está muerto quien postea
A pesar del silencio de radio sigo viva. El blog, en cambio, estaría en coma 4.
Pasa que la mayor parte de las cosas que se me ocurre postear son "cosas de madre". Y hasta a mí me aburre vivir hablando de eso.
Así que, mientras sigo recolectando diálogos con #hijo (una radio que no conoce de silencios), experiencias con #hija, las mamis, el jardín y la ma(d)re en coche, les dejo la foto de mi última reciclada hogareña.
Ann preguntaba por otros espacios cibernéticos qué hacía la gente con los frascos de vidrio.
Mi marido me preguntaba cada dos días qué pensaba hacer con todos los frascos de vidrio que se van acumulando en los armarios, porque, contestándole a Ann, yo no los tiro. Ni sé para qué los usaré, pero no los tiro.
Así que, puse manos a la obra y convertí una caja de madera en estantería, y adorné los frascos de mermelada. Con globos.
Una pe-lo-tu-dez. Se corta el piquito del globo y un poco de la parte de atrás, y se "viste" el fondo del frasco.
Si el globo es muy chico se le romperá, así que téngalo en cuenta.
Salió foto, y ya que estamos todo esto también sirvió para el 52 semanas, en el que no puedo atrasar más.
Y ustedes, ¿qué hacen con los frascos?
Pasa que la mayor parte de las cosas que se me ocurre postear son "cosas de madre". Y hasta a mí me aburre vivir hablando de eso.
Así que, mientras sigo recolectando diálogos con #hijo (una radio que no conoce de silencios), experiencias con #hija, las mamis, el jardín y la ma(d)re en coche, les dejo la foto de mi última reciclada hogareña.
Ann preguntaba por otros espacios cibernéticos qué hacía la gente con los frascos de vidrio.
Mi marido me preguntaba cada dos días qué pensaba hacer con todos los frascos de vidrio que se van acumulando en los armarios, porque, contestándole a Ann, yo no los tiro. Ni sé para qué los usaré, pero no los tiro.
Así que, puse manos a la obra y convertí una caja de madera en estantería, y adorné los frascos de mermelada. Con globos.
Una pe-lo-tu-dez. Se corta el piquito del globo y un poco de la parte de atrás, y se "viste" el fondo del frasco.
Si el globo es muy chico se le romperá, así que téngalo en cuenta.
Salió foto, y ya que estamos todo esto también sirvió para el 52 semanas, en el que no puedo atrasar más.
Y ustedes, ¿qué hacen con los frascos?
diálogos chinos
Escena 1 - Día
Chino juega en su cuarto, en silencio.
Como toda madre sabe, el silencio de un niño sólo puede significar una cosa: la hecatombe (o la previa a la hecatombe).
Entonces la madre que suscribe entra al cuarto de su hijo.
El susodicho está parado en medio de EL CAOS. Se ha encargado de extraer todos los juguetes de sus cajas y desparramarlos por el piso. Aún sostiene una bolsa llena de muñequitos.
- ¿A qué jugás? Pregunto.
Y como si la realidad no fuera suficiente respuesta, mi hijo, de dos años, me mira y con la mayor tranquilidad del mundo responde:
-A TIRAR TODO.
Y sí, no sé para qué pregunto.
Escena 2 - Tarde
Hijo tiene broncoespasmos a repetición. Hijo se nebuliza a repetición. A la mascarita de nebulización le dice "tortuguita".
Hijo escucha toser al padre. Entonces se acerca, le pone una manito en la pierna y dice:
- Papá, ¿no querés hacerte la tortuguita?
(Y papá se desmaya, y mamá también. Obviamente.)
Escena 3. Noche
Hijo está cenando. Una vez terminada la comida pide postre. "Marrón", dice.
Marrón es el nombre que le da al postrecito de dulce de leche.
Entonces al padre le agarra la fiebre de la exactitud y se embarca en el siguiente diálogo.
Padre: - No se llama marrón. Es postrecito de dulce de leche.
Hijo: - ¡Es color marrón!
Padre: - Claro, es de color marrón, pero se llama postrecito de dulce de leche.
Como el pibe parece no acceder a llamar al postrecito por su nombre, el padre ensaya otra alternativa pedagógica.
Padre: - A ver. ¿Esto son fideos?
Hijo:- Nooooooo.
Padre: - ¿Este postrecito es de frutilla?
Hijo: - Nooooooo.
Padre: - ¿Es de vainilla?
Hijo:- Noooooooo.
Padre:- Es ¡postrecito de dulce de leche!
Hijo: -MUY BIEN PAPÁ, TE SABÉS TODAS LAS COMIDAS.
Chino juega en su cuarto, en silencio.
Como toda madre sabe, el silencio de un niño sólo puede significar una cosa: la hecatombe (o la previa a la hecatombe).
Entonces la madre que suscribe entra al cuarto de su hijo.
El susodicho está parado en medio de EL CAOS. Se ha encargado de extraer todos los juguetes de sus cajas y desparramarlos por el piso. Aún sostiene una bolsa llena de muñequitos.
- ¿A qué jugás? Pregunto.
Y como si la realidad no fuera suficiente respuesta, mi hijo, de dos años, me mira y con la mayor tranquilidad del mundo responde:
-A TIRAR TODO.
Y sí, no sé para qué pregunto.
Escena 2 - Tarde
Hijo tiene broncoespasmos a repetición. Hijo se nebuliza a repetición. A la mascarita de nebulización le dice "tortuguita".
Hijo escucha toser al padre. Entonces se acerca, le pone una manito en la pierna y dice:
- Papá, ¿no querés hacerte la tortuguita?
(Y papá se desmaya, y mamá también. Obviamente.)
Escena 3. Noche
Hijo está cenando. Una vez terminada la comida pide postre. "Marrón", dice.
Marrón es el nombre que le da al postrecito de dulce de leche.
Entonces al padre le agarra la fiebre de la exactitud y se embarca en el siguiente diálogo.
Padre: - No se llama marrón. Es postrecito de dulce de leche.
Hijo: - ¡Es color marrón!
Padre: - Claro, es de color marrón, pero se llama postrecito de dulce de leche.
Como el pibe parece no acceder a llamar al postrecito por su nombre, el padre ensaya otra alternativa pedagógica.
Padre: - A ver. ¿Esto son fideos?
Hijo:- Nooooooo.
Padre: - ¿Este postrecito es de frutilla?
Hijo: - Nooooooo.
Padre: - ¿Es de vainilla?
Hijo:- Noooooooo.
Padre:- Es ¡postrecito de dulce de leche!
Hijo: -MUY BIEN PAPÁ, TE SABÉS TODAS LAS COMIDAS.
Fuentes cercanas a la que suscribe afirman que Bob Esponja no habría sobrevivido a los juegos de hijo. Ampliaremos.
Speedy Gonzales
¿Qué cocino? La respuesta perfecta a esta pregunta sería: no, no tenés que cocinar; la comida sana, rica y casera aparecerá por arte de magia sobre la mesa con sólo hacer un gesto.
Pero todos sabemos que el mundo dista mucho de ser perfecto.
Por eso, entre sacamocos, nebulizaciones, intentos frustrados de dormir y llantos infantiles, les traigo estas dos recetas, que son una papa. Y son riquísimas.
(Todo a ojito, no me pidan que cabecee.)
Muffins de espinaca
Ponga espinaca congelada con manetca al microondas (si usted tiene más tiempo, o no tiene espinaca congelada, saltee la espinaca cruda). Salpimente. Pique.
Mezcle con queso en hebras, harina y huevo.
Rellene moldecitos y meta al horno. (Guarda que la mezcla se infla, así que no llene los moldes hasta arriba).
Dígale a su hijo que son "tortitas" y véalo comer verdura como si tal cosa.
También le puede meter un cacho'e queso fresco en el centro, y hacer un volcán de espinaca.
Budín de brócoli y ricota
Esta receta me la pasaron por Twitter (lo aclaro para los que dicen que ese coso no sirve para nada).
Procece brócoli, cebollita salteada y huevo. Agregue sal, pimienta y ricota.
Mezcle todo, meta en un molde grande o en moldes individuales. Y mande al horno.
Pero todos sabemos que el mundo dista mucho de ser perfecto.
Por eso, entre sacamocos, nebulizaciones, intentos frustrados de dormir y llantos infantiles, les traigo estas dos recetas, que son una papa. Y son riquísimas.
(Todo a ojito, no me pidan que cabecee.)
Muffins de espinaca
Ponga espinaca congelada con manetca al microondas (si usted tiene más tiempo, o no tiene espinaca congelada, saltee la espinaca cruda). Salpimente. Pique.
Mezcle con queso en hebras, harina y huevo.
Rellene moldecitos y meta al horno. (Guarda que la mezcla se infla, así que no llene los moldes hasta arriba).
Dígale a su hijo que son "tortitas" y véalo comer verdura como si tal cosa.
También le puede meter un cacho'e queso fresco en el centro, y hacer un volcán de espinaca.
Budín de brócoli y ricota
Esta receta me la pasaron por Twitter (lo aclaro para los que dicen que ese coso no sirve para nada).
Procece brócoli, cebollita salteada y huevo. Agregue sal, pimienta y ricota.
Mezcle todo, meta en un molde grande o en moldes individuales. Y mande al horno.
kinder sorpresa
El Chino empezó el jardín. Literalmente de un día para el otro (hicimos todo como hacemos siempre, a la que te criaste) se enteró de la existencia de algo llamado jardín y al otro día fue.
Ayer, después de dos semanas de adaptación, pasó las tres horas que dura su turno.
Dos semanas en las que hubo que adaptarse.
El Chino tardó un día, o mejor dicho, media hora de prueba, para saber que en esa salita se iba a divertir mucho más que en la plaza, porque hay el triple de amigos, y hay dos maestras que se la pasan haciendo cosas para que se entretenga, y porque mamá está ahí esperándolo a la salida.
La que tiene que continuar la adaptación soy yo.
A las sillitas de jardín, en la que me obligan a sentarme si hay reunión de padres, o con la maestra, y en la que mi culo rebalsa por los cuatro costados.
A las mamis con demasiado tiempo de sobra, que gustan mandar cadenas de mails por cualquier cosa, reunirse cada dos por tres, tomar cafecito cada vez que se les dá la oportunidad, que tienen el hijo más inteligente, y el que más habla, y el que les cuenta todo. Y que por amor del Papa Francisco, callate un poco porque me voy a extirpar los oídos con una lata de atún oxidada.
El Chino no me cuenta nada. Me entero que anda a los besos con sus compañeritas porque siempre hay alguna madre en la salita. Las mamis que están soberanamente al pedo tienen adaptaciones largas. No sé si porque los hijos las reclaman o porque ellas se quedan para chusmear.
Me entero que jugó con arena porque llega a casa con la cabeza cual playa Bristol, o que manipuló gelatina porque la remera blanca se convirtió en un amasijo rojo y pegajoso con olor a frutilla.
No logro adaptarme al concepto de "delegada de salita de 2". Ni que la compra de una regalo de cumpleaños tenga que ser debatida como si estuviéramos por enviar una resolución a la ONU.
No pienso adaptarme a la idea general que dice que las mamis son las únicas que aparecen por el jardín. Hay padres. El del Chino es uno, pero hay otros. Y están ahí, esperando a sus hijos, compartiendo, presentes. Hay abuelas, y hay niñeras, o "la chica" o como cada uno le diga a la mujer que cuida de sus hijos y que a veces pasa mucho más tiempo que uno con ellos.
Hay un mundo más amplio que el de las mamis.
El Chino no puede estar más contento.Es lo único que importa. Por eso, habrá que adaptarse.
Ayer, después de dos semanas de adaptación, pasó las tres horas que dura su turno.
Dos semanas en las que hubo que adaptarse.
El Chino tardó un día, o mejor dicho, media hora de prueba, para saber que en esa salita se iba a divertir mucho más que en la plaza, porque hay el triple de amigos, y hay dos maestras que se la pasan haciendo cosas para que se entretenga, y porque mamá está ahí esperándolo a la salida.
La que tiene que continuar la adaptación soy yo.
A las sillitas de jardín, en la que me obligan a sentarme si hay reunión de padres, o con la maestra, y en la que mi culo rebalsa por los cuatro costados.
A las mamis con demasiado tiempo de sobra, que gustan mandar cadenas de mails por cualquier cosa, reunirse cada dos por tres, tomar cafecito cada vez que se les dá la oportunidad, que tienen el hijo más inteligente, y el que más habla, y el que les cuenta todo. Y que por amor del Papa Francisco, callate un poco porque me voy a extirpar los oídos con una lata de atún oxidada.
El Chino no me cuenta nada. Me entero que anda a los besos con sus compañeritas porque siempre hay alguna madre en la salita. Las mamis que están soberanamente al pedo tienen adaptaciones largas. No sé si porque los hijos las reclaman o porque ellas se quedan para chusmear.
Me entero que jugó con arena porque llega a casa con la cabeza cual playa Bristol, o que manipuló gelatina porque la remera blanca se convirtió en un amasijo rojo y pegajoso con olor a frutilla.
No logro adaptarme al concepto de "delegada de salita de 2". Ni que la compra de una regalo de cumpleaños tenga que ser debatida como si estuviéramos por enviar una resolución a la ONU.
No pienso adaptarme a la idea general que dice que las mamis son las únicas que aparecen por el jardín. Hay padres. El del Chino es uno, pero hay otros. Y están ahí, esperando a sus hijos, compartiendo, presentes. Hay abuelas, y hay niñeras, o "la chica" o como cada uno le diga a la mujer que cuida de sus hijos y que a veces pasa mucho más tiempo que uno con ellos.
Hay un mundo más amplio que el de las mamis.
El Chino no puede estar más contento.Es lo único que importa. Por eso, habrá que adaptarse.
liberación
libertad es poder,
poder elegir,
elegir en libertad.
elegir si quiero casarme
con él, o con ella,
o vivir soltera hasta que la muerte me separe;
tener un hijo, o quince, o ninguno;
dar la teta, esconderla,
hacerme las tetas,
andar con las tetas sueltas.
andar por la vida como me plazca
mostrando el culo o con túnica,
despeinada, maquillada, o sin depilar;
comiendo chocolate o lechuga;
tomando cerveza o agüita saborizada;
andar,
andar por donde quiera,
como quiera,
con quien quiera;
andar sin temor
sin temor a los insultos,
a la mano que no es mía y que me toca aunque no quiera,
a la violencia disfrazada de piropo,
a la violencia sin ningún disfraz;
poder estudiar si quiero,
poder trabajar
o ser la ama de mi casa,
o hacer todo junto y a las corridas.
porque quiero
porque elijo
porque nadie me lo impone.
poder decir
y cantar
y amar,
como quiera
cuando quiera
a quien quiera.
sin temor.
eso es libertad,
para cada una,
diferente,
mujer, y mucho más
mujer, y nada menos.
Aunque tarde: feliz día de laS mujereS.
Por más libertad. Para todas.
poder elegir,
elegir en libertad.
elegir si quiero casarme
con él, o con ella,
o vivir soltera hasta que la muerte me separe;
tener un hijo, o quince, o ninguno;
dar la teta, esconderla,
hacerme las tetas,
andar con las tetas sueltas.
andar por la vida como me plazca
mostrando el culo o con túnica,
despeinada, maquillada, o sin depilar;
comiendo chocolate o lechuga;
tomando cerveza o agüita saborizada;
andar,
andar por donde quiera,
como quiera,
con quien quiera;
andar sin temor
sin temor a los insultos,
a la mano que no es mía y que me toca aunque no quiera,
a la violencia disfrazada de piropo,
a la violencia sin ningún disfraz;
poder estudiar si quiero,
poder trabajar
o ser la ama de mi casa,
o hacer todo junto y a las corridas.
porque quiero
porque elijo
porque nadie me lo impone.
poder decir
y cantar
y amar,
como quiera
cuando quiera
a quien quiera.
sin temor.
eso es libertad,
para cada una,
diferente,
mujer, y mucho más
mujer, y nada menos.
Aunque tarde: feliz día de laS mujereS.
Por más libertad. Para todas.
la cena está servida
Me gusta ir a comer afuera. Me gusta no sólo disfrutar de un buen plato sino de buena compañía. Cortar con la rutina. Conocer lugares nuevos.
Me gusta comer afuera.
A veces no.
A veces en los restaurantes pasan esas cosas que hacen de una salida una verdadera experiencia olvidable. Esas COSAS QUE NO.
Entre otras:
NO a los dueños de restaurante que creen que intimidad y no ver un catzo son sinónimos. Si salgo a comer con alguien, lo menos que pretendo es verle la cara mientras le hablo. No me obligues a leer la carta en sistema braile, o alumbrarme con el celular porque a vos se te ocurrió que iluminar todo con una velita de morondanga es romántico. No quiero tener que adivinar si ese plato que me pusieron adelante es una milagna a caballo o un flan. Intimidad es otra cosa. Esto es jugar al gallito ciego. Y ya estoy un poco crecidita.
NO al mozo mosca, ese que se para cerca de la mesa y te viene a llenar el vaso cada vez que lo vaciás, o pasa a preguntar si está todo bien cada cinco mintuos. O peor aún, que hace todo eso no por exceso de amabilidad sino porque está esperando que te vayas y dejes la mesa. Y que pretende levantar el plato con eso que considera "restos", y que son las papitas noisete que te estabas reservando para el final como si fueran de oro, y por las que le sacarías los ojos -tenedor en mano- a cualquiera que se atreviera a quitártelas.
NO al mozo invisible. Ese que no aparece ni aunque le hagas señales de humo. Ese que va a buscar la coca a la fábrica norteamericana. Que cuando por fin decide mostrar su humanidad, gira la cabeza hacia tu sector, vos que estás levantando la mano como un nabo hace diez minutos para que alguien se digne a cobrarte, mientras TE MIRA POR ARRIBA se da vuelta y se va, lo que automáticamente te produce una embolia cerebral por el exceso de ira.
NO al mozo confianzudo. Vas dos veces a un mismo lugar y el mozo cree que es tu mejor amigo. Mientras intentás conversar con los que tenés alrededor hace comentarios ad hoc, sin que nadie le pregunte se pone a disertar sobre política internacional, o te relata sus vacaciones mientras te muestra una foto que tiene en su celular. Que sea amable con vos no quiere decir que tenga la necesidad de verte en sunga en las playas de Brasil.
NO a los padres que te obligan a ir a vos, pobre infeliz que odiás a todo ser humano menor de 25, o que por fin pudiste encajarle a tus hijos a la yarará de tu suegra, a un restaurante con pelotero. Si esos borregos que tenés son incapaces de portarse como seres humanos en lo que dura una comida, atalos, dales rivotril pediátrico, pero no me obligues a comer entre los gritos de otros 200 borregos, y la mezcla de olor a pata y gomaeva que inunda todo el lugar.
NO a la comida "hecha en vivo". Vengo a comer, no a estar dos horas mirando cómo un pavote revolea los huevos, las cucharas y las sartenes con las que está preparando mi alimento. Para llenarme de olor a morfi me quedo en casa y hago unos bifes sin prender el extractor.
NO a los mariachis que se te paran al lado mientras te gritan lo que sucedería si Adelita se fuera con otro. Me encantaría poder masticar sin temor a que me explotaran los tímpanos. Y la verdad es que Adelita no sólo se puede ir con otro... se puede ir bien a la mierda.
Hay muchos más NO, pero ahora los escucho a ustedes. Pasen y griten su indignación con el gremio gastronómico.
Háganlo acá, que no hay riesgo de que alguien nos termine escupiendo los ñoquis.
pink
Debo poner cara de fanática religiosa cuando lo digo. Algo pasa.
Lo único que sé es que a la gente se le graba en la cabecita. Debe ser mi cara, de fundamentalista.
No me gusta el rosa.
Tengo una hija, bebé. Para el común del pueblo "bebé nena" es equivalente a "color rosa". (Y "bebé nene" a "color celeste").
No.
Lo que no me gusta no es el rosa, es la equivalencia. La equivalencia fundamentalista. La casilla.
Entonces la que se pone fundamentalista soy yo. No me gusta el rosa, anuncio.
El rosa es un color, como cualquiera. El rosa bebé no me agrada, pero menos me agradan los encasillamientos.
Escucho a la señora que cuida al Chino mostrándole una revista. "Esta sillita es para las nenas, porque es rosa. Esta para los nenes, porque es azul."
Me sulfura la sangre.
Viene mi madrina de visita y me regala un juego de sábanas para Rosita (porque sí, mi hija se apoda Rosita. No es el color, es la equivalencia.)
"¿Está bien?" Me dice con cara de pícara. "Viste que no es rosa, ¿no? ¿Está aprobado?"
Mi madrina me conoce. Me chicanea porque me conoce.
Los que me conocen saben que no me gusta... la equivalencia.
Mi madre me conoce.
Supongo.
Mi madre le regala cosas rosas a Rosita.
No esperaba más de ella.
Lo último es un vestido.
Hay que reconocer que es lindo. Si lo cambio sólo porque es rosa, sería más pelotuda que la equivalencia.
No lo cambio.
Rosita lo estrena en el cumple del Chino.
Llega mi cuñada.
Mi cuñada y mi mamá podrían ser amigas. Son parecidas en varios aspectos.
Esos aspectos son los que harían que terminaran sacándose los ojos con una trincheta.
Mi mamá y mi cuñada no podrían ser amigas.
Mi cuñada no me saluda. Entra, mira a Rosita, que está en mis brazos, y me dice: ¡La vestite de rosa! - como si hubiese ganado una batalla.
- Se lo regalé yo- grita mi madre desde el fondo, con orgullo.
Y sí. Como no podía ser de otra manera.
Lo único que sé es que a la gente se le graba en la cabecita. Debe ser mi cara, de fundamentalista.
No me gusta el rosa.
Tengo una hija, bebé. Para el común del pueblo "bebé nena" es equivalente a "color rosa". (Y "bebé nene" a "color celeste").
No.
Lo que no me gusta no es el rosa, es la equivalencia. La equivalencia fundamentalista. La casilla.
Entonces la que se pone fundamentalista soy yo. No me gusta el rosa, anuncio.
El rosa es un color, como cualquiera. El rosa bebé no me agrada, pero menos me agradan los encasillamientos.
Escucho a la señora que cuida al Chino mostrándole una revista. "Esta sillita es para las nenas, porque es rosa. Esta para los nenes, porque es azul."
Me sulfura la sangre.
Viene mi madrina de visita y me regala un juego de sábanas para Rosita (porque sí, mi hija se apoda Rosita. No es el color, es la equivalencia.)
"¿Está bien?" Me dice con cara de pícara. "Viste que no es rosa, ¿no? ¿Está aprobado?"
Mi madrina me conoce. Me chicanea porque me conoce.
Los que me conocen saben que no me gusta... la equivalencia.
Mi madre me conoce.
Supongo.
Mi madre le regala cosas rosas a Rosita.
No esperaba más de ella.
Lo último es un vestido.
Hay que reconocer que es lindo. Si lo cambio sólo porque es rosa, sería más pelotuda que la equivalencia.
No lo cambio.
Rosita lo estrena en el cumple del Chino.
Llega mi cuñada.
Mi cuñada y mi mamá podrían ser amigas. Son parecidas en varios aspectos.
Esos aspectos son los que harían que terminaran sacándose los ojos con una trincheta.
Mi mamá y mi cuñada no podrían ser amigas.
Mi cuñada no me saluda. Entra, mira a Rosita, que está en mis brazos, y me dice: ¡La vestite de rosa! - como si hubiese ganado una batalla.
- Se lo regalé yo- grita mi madre desde el fondo, con orgullo.
Y sí. Como no podía ser de otra manera.
apio verde tuyú
Hubo preparativos, que se fueron sumando y al final salió una super producción temática (porque en esta casa somos fans de Pocoyó).
Es que había ganas de festejar, porque ¡dos años! (que alguien saque la patita del acelerador, por dior se los pido.)
Hubo cosas ricas, caseras, compradas, traídas y llevadas.
Hubo globos, jueguitos, y energía de sobra.
Hubo una amiguita de la plaza.
Hubo besos en la boca con la amiguita de la plaza (¡esa chirusita!).
Hubo montones de regalos (y hoy hay una madre que no sabe dónde catzos los va a meter).
Hubo asombro cuando veinte personas cantaban el feliz cumpleaños. Porque, claro, del anterior ni registro.
Hubo bises. Como seis bises (el chico se entusisamó, y la familia le da todos los gustos.)
Hubo bises en otros idiomas. Tomá pa' vo. La familia es políglota.
Hubo cariño, mucho.
Hubo fiesta. Porque el Chino cumplió dos.
Y nosotros, sus papás, también.
Mucho que celebrar. Y así lo hicimos.
Es que había ganas de festejar, porque ¡dos años! (que alguien saque la patita del acelerador, por dior se los pido.)
Hubo cosas ricas, caseras, compradas, traídas y llevadas.
Hubo globos, jueguitos, y energía de sobra.
Hubo una amiguita de la plaza.
Hubo besos en la boca con la amiguita de la plaza (¡esa chirusita!).
Hubo montones de regalos (y hoy hay una madre que no sabe dónde catzos los va a meter).
Hubo asombro cuando veinte personas cantaban el feliz cumpleaños. Porque, claro, del anterior ni registro.
Hubo bises. Como seis bises (el chico se entusisamó, y la familia le da todos los gustos.)
Hubo bises en otros idiomas. Tomá pa' vo. La familia es políglota.
Hubo cariño, mucho.
Hubo fiesta. Porque el Chino cumplió dos.
Y nosotros, sus papás, también.
Mucho que celebrar. Y así lo hicimos.
intermezzo
Tener hijos es la experiencia más maravill... demandante sobra la faz de la tierra.
Para escuchar cosas dulces, escuchemos a Maru Botana, que está completamente cucú y nadie le avisó. (Decir que te gusta tener ocho pibes te convierte automáticamente en una paciente escapada del Moyano.)
Sigamos.
Nadie te prepara para semejante nivel de demanda. Los primeros meses son los peores.
El bebé llora, come, caga, y si te sacaste la lotería, duerme.
Y vos, oh madre, debés estar ahí cuando come, cuando caga y cuando llora.
Cuando duerme, reprimís un llanto de alegría, y salís corriendo.
A hacer TODO lo que el bebé no te deja.
Porque, oh infeliz que leíste demasiado mundomamita.com y creíste que los bebés eran todo "ajos", sonrisitas y caritas de inocencia, ser madre es aprender, en lo que dura una siesta, a bañarte, pintarte las uñas, responder mails de trabajo, ordenar, poner la ropa a lavar, depilarte las cejas (el cavado te lo debo), el bozo, leer la novela que empezaste hace dos años, entrar a internet y enterarte que el resto del mundo sí tiene una vida, escribir en tu blog sobre lo amoroso de la maternidad... entre otras cosas.
(Para que después venga tu marido y te pregunte, con cara de naipe, "¿y cómo estuvo tu día?")
Por eso, no estoy segura, estoy convencida, que este slogan lo ideó una mujer.
Más que una mujer, lo inventó una madre.
Porque para tí, oh compañera de desventuras, impossible is nothing.
Para escuchar cosas dulces, escuchemos a Maru Botana, que está completamente cucú y nadie le avisó. (Decir que te gusta tener ocho pibes te convierte automáticamente en una paciente escapada del Moyano.)
Sigamos.
Nadie te prepara para semejante nivel de demanda. Los primeros meses son los peores.
El bebé llora, come, caga, y si te sacaste la lotería, duerme.
Y vos, oh madre, debés estar ahí cuando come, cuando caga y cuando llora.
Cuando duerme, reprimís un llanto de alegría, y salís corriendo.
A hacer TODO lo que el bebé no te deja.
Porque, oh infeliz que leíste demasiado mundomamita.com y creíste que los bebés eran todo "ajos", sonrisitas y caritas de inocencia, ser madre es aprender, en lo que dura una siesta, a bañarte, pintarte las uñas, responder mails de trabajo, ordenar, poner la ropa a lavar, depilarte las cejas (el cavado te lo debo), el bozo, leer la novela que empezaste hace dos años, entrar a internet y enterarte que el resto del mundo sí tiene una vida, escribir en tu blog sobre lo amoroso de la maternidad... entre otras cosas.
(Para que después venga tu marido y te pregunte, con cara de naipe, "¿y cómo estuvo tu día?")
Por eso, no estoy segura, estoy convencida, que este slogan lo ideó una mujer.
Más que una mujer, lo inventó una madre.
Porque para tí, oh compañera de desventuras, impossible is nothing.
canto desolado al supermercado
En lo que antes fue mercado,
y ahora es "súper" por lo grande,
se reunen los humanos
y sus vicios abundantes.
Al ingresar, oh sorpresa,
notamos algo distinto.
Al rato nos damos cuenta:
¡cambiaron todo de sitio!
Entonces sale solito
nuestro primer improperio,
ya que encontrar cada cosa
es resolver un misterio.
En nuestra lista de compras
hay cereales, pan y arvejas.
Lo que habría que agregar,
es paciencia con las viejas.
Una de ellas, paqueta,
ahí cerca de la verdura,
aprieta toda la fruta
buscando la más madura.
Otra sin más apuro
compara precio por precio.
Para elegir un yogurt
está dos año y medio.
Está el que abandona el chango
en el medio del pasillo,
y el que sin culpa te pega
con el suyo en los tobillos.
El carrito hemos llenado
con enorme sacrificio.
Falta llegar a la caja,
eso sí que es un suplicio.
Parece que el Sr Coto
no sabe hacer bien las cuentas:
para atender mil personas
sólos dos cajas abiertas.
La cajera, oh personaje
de esta divina tragedia,
posnet en mano te mira
con ojos de vaca muerta.
De las filas elegimos
la que menos largo alcanza;
para darnos cuenta al rato
que es la que más lenta avanza.
Allí estarán los sujetos
que harán amargo este rato,
gente que a uno le dan ganas
de cometer asesinato.
La señora entrada en años
con la mansedad de un buey,
quiere pagar lo comprado
con doscientos pesos ley.
El hijo que hace la cola
pone cara de zoquete
porque está esperando al padre
a que el changuito replete.
El que con muchos productos
se mete en la cola rápida
merece que le regalen
de premio su propia lápida.
Y esta rima aquí termina
mientras dice a la bartola:
la vida es eso que pasa
mientras uno hace la cola.
Tercera entrega del afamado volumen "Te rimo cualquier pavada", que usted puede adquirir a un precio módico en la caja de su supermercado amigo.
No se lo pierda!
atardecer
Foto tres de las 52.
De vacaciones.
Aunque, con un niño de dos años y una niña de dos meses el concepto "vacaciones" no aplicaría demasiado a esta realidad.
52 semanas
Una foto por semana. Todo el año.
Esa es la cuestión.
Y como empecé tarde, me puse a tiro.
Pasá por acá, y seguí mirando. Somos muchas participando de este desafío.
Esa es la cuestión.
Y como empecé tarde, me puse a tiro.
Pasá por acá, y seguí mirando. Somos muchas participando de este desafío.
la gorda y su balance con delay
Se me complica.
Se me complica escribir por los motivos que ya todos saben.
Pero más se me copmplicaba hacer un balance de un año que se fue hace una semana, pero que dejó tantas emociones que no me alcanzó el calendario.
Entonces, cómo hacer un balance sin pensar, "pucha, imposible que el 2013 le llegue a los talones". Porque una no se caracteriza por ser positiva, vio.
Pero termino haciéndolo igual, porque mirar para atrás me llena de alegría. Una de las pocas veces que no me dio nostalgia sino placer pensar en lo que pasó, porque pasó de todo...
El Chino sobrevivió a nuestros cuidados durante un año completo, lo suficiente para darnos cuenta que esto de ser padres quizás no era tan imposible, ni tan tremendo como pensamos los primeros meses.
Nos convencimos tanto del tema, que al mes siguiente me enteré que estaba nuevamente embarazada. ¿Estamos locos? Y sí, un poco sí.
El test dio positivo a miles de kilómetros de casa, en una de esas ciudades en las que por mucho que estén en otro país uno nunca se sentirá extranjero.
Porque viajamos, con niño a cuestas, volamos largo y tendido. Conocimos un lugar en el mundo, de esos a los que siempre querremos volver, aunque quién sabe.
Y viajamos también, con panza y niño a cuestas, a la casita de las sierras, a la que seguro volveremos.
Disfruté de mi familia, y de mi panza, y de mis amigos. Como nunca, porque este año aprendí a abrirme un poco más al mundo.
Y por eso pude conocer gente nueva y amorosa, dejando de lado muchas de las taritas asociales a las que me tengo acotumbrada. Tuve vergüenza, terror escénico, me sentí un poco rara entre gente extraña, pero valió la pena. Perdí prejuicios y sumé amigos, de los virtuales y de los otros.
Me embarqué en un proyecto colectivo, hermoso, lleno de amor.
Colaboré con los proyectos individuales de mis amigos.
Participé de la felicidad de los otros y compartí la propia.
Leí, como una loca, como una hambrienta de historias. Fueron más de veinte libros en menos de un año, mientras empollaba, mientras esperaba.
¿Hubo cosas feas? Y sí, siempre las hay. Pero pude aprovecharlas para reconocer en marido a un compañero de fierro, de esos con los que cualquier cosa puede ser enfrentada.
Y al final llegó Rosita, proveniente de Hobbiton.
Las cero horas del primero de enero me encontraron dando la teta, dos ojos azules clavados en los míos, y una sonrisita recién estrenada.
No puedo pedir más. El 2012 siempre va a estar en mi memoria como un gran gran año.
En 2013 tendré que aprender a ser mamá de dos. Tendré que seguir trabajando con mi vergüenza, mi miedo al error y a la mirada del otro. Tendré que aprender por fin a delegar para no enloquecer.
Alimentar las nuevas amistades, y las antiguas. Fortalecer este vínculo que me empareja con un hombre increíble.
Espero seguir viajando. Espero seguir creciendo.
2013: estamos en carrera.
Se me complica escribir por los motivos que ya todos saben.
Pero más se me copmplicaba hacer un balance de un año que se fue hace una semana, pero que dejó tantas emociones que no me alcanzó el calendario.
Entonces, cómo hacer un balance sin pensar, "pucha, imposible que el 2013 le llegue a los talones". Porque una no se caracteriza por ser positiva, vio.
Pero termino haciéndolo igual, porque mirar para atrás me llena de alegría. Una de las pocas veces que no me dio nostalgia sino placer pensar en lo que pasó, porque pasó de todo...
El Chino sobrevivió a nuestros cuidados durante un año completo, lo suficiente para darnos cuenta que esto de ser padres quizás no era tan imposible, ni tan tremendo como pensamos los primeros meses.
Nos convencimos tanto del tema, que al mes siguiente me enteré que estaba nuevamente embarazada. ¿Estamos locos? Y sí, un poco sí.
El test dio positivo a miles de kilómetros de casa, en una de esas ciudades en las que por mucho que estén en otro país uno nunca se sentirá extranjero.
Porque viajamos, con niño a cuestas, volamos largo y tendido. Conocimos un lugar en el mundo, de esos a los que siempre querremos volver, aunque quién sabe.
Y viajamos también, con panza y niño a cuestas, a la casita de las sierras, a la que seguro volveremos.
Disfruté de mi familia, y de mi panza, y de mis amigos. Como nunca, porque este año aprendí a abrirme un poco más al mundo.
Y por eso pude conocer gente nueva y amorosa, dejando de lado muchas de las taritas asociales a las que me tengo acotumbrada. Tuve vergüenza, terror escénico, me sentí un poco rara entre gente extraña, pero valió la pena. Perdí prejuicios y sumé amigos, de los virtuales y de los otros.
Me embarqué en un proyecto colectivo, hermoso, lleno de amor.
Colaboré con los proyectos individuales de mis amigos.
Participé de la felicidad de los otros y compartí la propia.
Leí, como una loca, como una hambrienta de historias. Fueron más de veinte libros en menos de un año, mientras empollaba, mientras esperaba.
¿Hubo cosas feas? Y sí, siempre las hay. Pero pude aprovecharlas para reconocer en marido a un compañero de fierro, de esos con los que cualquier cosa puede ser enfrentada.
Y al final llegó Rosita, proveniente de Hobbiton.
Las cero horas del primero de enero me encontraron dando la teta, dos ojos azules clavados en los míos, y una sonrisita recién estrenada.
No puedo pedir más. El 2012 siempre va a estar en mi memoria como un gran gran año.
En 2013 tendré que aprender a ser mamá de dos. Tendré que seguir trabajando con mi vergüenza, mi miedo al error y a la mirada del otro. Tendré que aprender por fin a delegar para no enloquecer.
Alimentar las nuevas amistades, y las antiguas. Fortalecer este vínculo que me empareja con un hombre increíble.
Espero seguir viajando. Espero seguir creciendo.
2013: estamos en carrera.
late
A los no padres les pido disculpas por esta seguidilla de posts materno infantiles. Pero resulta que este último mes, no sólo me convertí en la teta voluntariosa con ojotas que ya les dije, sino que a hija se le infectó el ombligo -lo que ya está superado-, y Chino tuvo su segundo episodio de broncoespasmo en 40 días -del que estamos saliendo, a base de ventolín, kinesiología y otras yerbas.
Un cuadro de mierda.
Estoy yendo al pediatra mínimo una vez por semana. Creo que llevo más minutos telefónicos hablados con él que con cualquier otra persona en toda mi vida.
El lunes tenemos turno con un neumonólogo, del que seguramente salgamos con una parva de órdenes para hacer una parva de estudios.
Pero tengo la sensación de que todo esto va a terminar con algún diagnóstico del estilo de "puede ser la contaminación, como la genética, chi lo sa".
Lo único que sé es que no quiero ver más a mi hijo desesperado por respirar. Ni quiero temblar con cada tos que le agarre de acá en adelante.
Y dicen que ya llega Navidad.
Mi cerebro está a años luz de pensar en Papá Noel, el vittel toné y la mar en coche.
Que alguien se lo explique a mi madre, que ayer me vino con el consabido cantito de "a dónde la vas a pasar, porque YO a lo de tu cuñado no voy a ir".
Por lo que debo elegir entre deprimirme con mi escasa familia, o con la familia multitudinaria de marido.
El de ja vu eterno de las navidades.
Y sigo sin dormir. Y empecé a laburar.
Estoy agotada.
Sin embargo también hay momentos de puro disfrute. Amo cada día más a mi familia.
Con marido somos un equipo imbatible. En todas las situaciones sé que somos dos contra el mundo. Y así podemos con lo que venga.
El Chino habla como un loro. A veces me extirparía los tímpanos con tal de no escuchar el relato de todo lo que sucede a mi alrededor, o las directivas permanentes, porque el pibe me salió mandoncito y se la pasa dando órdenes: "cantá mamá", "manejá papá", "basta hermana". La mayor parte del tiempo me hace reir, me asombra lo grande que está, y quisiera guardar en la memoria cada minutito, porque no es posible que pase todo tan rápido.
Y por otro lado, transito la época en la que Duende todavía puede dormir hecha un ovillito arriba de mi pecho sin aplastarme. Una época que sé muy corta, por eso, la malcrío un poco, y la dejo dormir conmigo. Las dos pegadas, como si todavía fuéramos un solo cuerpo.
Así estamos, entre la felicidad y las visitas al pediatra.
Nada del otro mundo.
Pero es nuestro mundo.
Un cuadro de mierda.
Estoy yendo al pediatra mínimo una vez por semana. Creo que llevo más minutos telefónicos hablados con él que con cualquier otra persona en toda mi vida.
El lunes tenemos turno con un neumonólogo, del que seguramente salgamos con una parva de órdenes para hacer una parva de estudios.
Pero tengo la sensación de que todo esto va a terminar con algún diagnóstico del estilo de "puede ser la contaminación, como la genética, chi lo sa".
Lo único que sé es que no quiero ver más a mi hijo desesperado por respirar. Ni quiero temblar con cada tos que le agarre de acá en adelante.
Y dicen que ya llega Navidad.
Mi cerebro está a años luz de pensar en Papá Noel, el vittel toné y la mar en coche.
Que alguien se lo explique a mi madre, que ayer me vino con el consabido cantito de "a dónde la vas a pasar, porque YO a lo de tu cuñado no voy a ir".
Por lo que debo elegir entre deprimirme con mi escasa familia, o con la familia multitudinaria de marido.
El de ja vu eterno de las navidades.
Y sigo sin dormir. Y empecé a laburar.
Estoy agotada.
Sin embargo también hay momentos de puro disfrute. Amo cada día más a mi familia.
Con marido somos un equipo imbatible. En todas las situaciones sé que somos dos contra el mundo. Y así podemos con lo que venga.
El Chino habla como un loro. A veces me extirparía los tímpanos con tal de no escuchar el relato de todo lo que sucede a mi alrededor, o las directivas permanentes, porque el pibe me salió mandoncito y se la pasa dando órdenes: "cantá mamá", "manejá papá", "basta hermana". La mayor parte del tiempo me hace reir, me asombra lo grande que está, y quisiera guardar en la memoria cada minutito, porque no es posible que pase todo tan rápido.
Y por otro lado, transito la época en la que Duende todavía puede dormir hecha un ovillito arriba de mi pecho sin aplastarme. Una época que sé muy corta, por eso, la malcrío un poco, y la dejo dormir conmigo. Las dos pegadas, como si todavía fuéramos un solo cuerpo.
Así estamos, entre la felicidad y las visitas al pediatra.
Nada del otro mundo.
Pero es nuestro mundo.
delicias de la vida maternal
dejen vivir a la postparturienta
Resulta que una acaba de expulsar un bofe de 3 kilos y pico de su propia humanidad. Está cansada, dolorida, la cosieron como un matambre, etc. Le dicen que debe descansar, que aproveche mientras el bofe duerme...
Entonces que alguien me explique ¿por qué demonios entra una persona cada diez minutos a la habitación?
Y no me refiero a las visitas familiares, hablo de: la enfermera con la medicación, la enfermera de "nurse" que se lleva al bofe para traerlo al rato, la mucama, la que sirve el desayuno/almuerzo/cena, la puericultora que te pregunta por el estado de tus pezones, el obstetra, la neonatóloga, el peluquero y hasta ¡una fotógrafa!
En un momento de la internación pensé que alguien me estaba haciendo una cámara oculta. Después me prometí lanzar un pañal rebosante de mecoño al siguiente que viniera a joderme la existencia.
Pero no lo hice. Intuyo que me quedé dormida.
lo que una necesita es apoyo moral
Resulta que una acaba de expulsar un bofe de 3 kilos y pico de su propia humanidad. Etc.
Está ataviada con un camisón (horrendo por definición), bombacha descartable, apósitos y el corbatero.
Llega marido mientras una se cambia. Y ante la visión del colgajo de carne que le quedó en la parte abdominal, con la mayor naturalidad del mundo exclama:
- mi amor, vamos a tener que llamar a la partera.
- ¿por?
- para decirle que te dejó un pibe adentro
Y sí, la culpa es de una, que se enamoró, entre otras cosas, del humor ácido del energúmeno ese. Ahora, a llorar a la iglesia (o a lanzarle un pañal rebosante de mecoño por el marulo).
nunca es triste la verdad
Después de una ardua investigación estamos en condiciones de decir que el 85% de los recién nacidos son FEOS. Mis hijos no pertenecen al 15% restante. Hija tiene cara de duende. Puede parecer muy simpático, pero lindo no es.
Afirmación que el resto del mundo no tolera por parte de los propios padres del bofe/duende. Entonces te tratan de malvado y te juran y perjuran que tu hija es hermosa, divina, redondita... Lástima que haya algo denominado inconsciente y al rato agreguen frases como "igual después se ponen lindos".
Ok, no me aceptes que es fea, pero no me mientas. Me hicieron una episiotomía, no me cosieron los ojos.
el flagelo de la teta voluntariosa
Y el tercer día bajó la leche.
Pasó el dolor, la hinchazón, y ellas se acomodaron al ritmo de la lactante. O más o menos. Porque mis tetas tienen voluntad propia. Entonces, si la lactante se quedó dormida y ya es la hora de que coma, mis tetas, que deben ser obsesas como yo, se ponen a producir leche sin que nadie se lo requiera, con el chorreamiento y mancha de ropa correspondiente (no hay pad que resista la voluntad alimentadora de mi cuerpo).
Que esto suceda en el registro civil, mientras le hacés el DNI a la lactante, es lo menos de lo menos.
O bien, si escuchan el llanto de un niño, aunque el que llora sea mi hijo que dejó la teta hace un año, ellas salen al rescate y se ponen a laburar.
A esta altura ya se merecen el premio al empleado del mes. Y yo estoy por ponerme un siempre libre en el corpiño.
la verdad de la milanesa
Entonces una, que está viviendo la maternidad las 24hs al día, porque mucha opción no tiene, anda siempre manchada, ordeñándose por los rincones -sacaleche en mano- como si fuera una Holando Argentina, sin dormir, con las ojeras por las rodillas, gorda, fláccida... La imagen de una verdadera femme fatale.
Lo que he descubierto es que la cuarentena es una excusa que pone el médico para que no haya que decir lo obvio: por más que pudiera, tu marido no te tocaría ni con un puntero láser.
O, como dice una sabia amiga de la casa, para que el día 41 "estés como estés, te agarren con ganas".
Porque el amor, después de los 40 días, se vuelve ciego por elección.
Resulta que una acaba de expulsar un bofe de 3 kilos y pico de su propia humanidad. Está cansada, dolorida, la cosieron como un matambre, etc. Le dicen que debe descansar, que aproveche mientras el bofe duerme...
Entonces que alguien me explique ¿por qué demonios entra una persona cada diez minutos a la habitación?
Y no me refiero a las visitas familiares, hablo de: la enfermera con la medicación, la enfermera de "nurse" que se lleva al bofe para traerlo al rato, la mucama, la que sirve el desayuno/almuerzo/cena, la puericultora que te pregunta por el estado de tus pezones, el obstetra, la neonatóloga, el peluquero y hasta ¡una fotógrafa!
En un momento de la internación pensé que alguien me estaba haciendo una cámara oculta. Después me prometí lanzar un pañal rebosante de mecoño al siguiente que viniera a joderme la existencia.
Pero no lo hice. Intuyo que me quedé dormida.
lo que una necesita es apoyo moral
Resulta que una acaba de expulsar un bofe de 3 kilos y pico de su propia humanidad. Etc.
Está ataviada con un camisón (horrendo por definición), bombacha descartable, apósitos y el corbatero.
Llega marido mientras una se cambia. Y ante la visión del colgajo de carne que le quedó en la parte abdominal, con la mayor naturalidad del mundo exclama:
- mi amor, vamos a tener que llamar a la partera.
- ¿por?
- para decirle que te dejó un pibe adentro
Y sí, la culpa es de una, que se enamoró, entre otras cosas, del humor ácido del energúmeno ese. Ahora, a llorar a la iglesia (o a lanzarle un pañal rebosante de mecoño por el marulo).
nunca es triste la verdad
Después de una ardua investigación estamos en condiciones de decir que el 85% de los recién nacidos son FEOS. Mis hijos no pertenecen al 15% restante. Hija tiene cara de duende. Puede parecer muy simpático, pero lindo no es.
Afirmación que el resto del mundo no tolera por parte de los propios padres del bofe/duende. Entonces te tratan de malvado y te juran y perjuran que tu hija es hermosa, divina, redondita... Lástima que haya algo denominado inconsciente y al rato agreguen frases como "igual después se ponen lindos".
Ok, no me aceptes que es fea, pero no me mientas. Me hicieron una episiotomía, no me cosieron los ojos.
el flagelo de la teta voluntariosa
Y el tercer día bajó la leche.
Pasó el dolor, la hinchazón, y ellas se acomodaron al ritmo de la lactante. O más o menos. Porque mis tetas tienen voluntad propia. Entonces, si la lactante se quedó dormida y ya es la hora de que coma, mis tetas, que deben ser obsesas como yo, se ponen a producir leche sin que nadie se lo requiera, con el chorreamiento y mancha de ropa correspondiente (no hay pad que resista la voluntad alimentadora de mi cuerpo).
Que esto suceda en el registro civil, mientras le hacés el DNI a la lactante, es lo menos de lo menos.
O bien, si escuchan el llanto de un niño, aunque el que llora sea mi hijo que dejó la teta hace un año, ellas salen al rescate y se ponen a laburar.
A esta altura ya se merecen el premio al empleado del mes. Y yo estoy por ponerme un siempre libre en el corpiño.
la verdad de la milanesa
Entonces una, que está viviendo la maternidad las 24hs al día, porque mucha opción no tiene, anda siempre manchada, ordeñándose por los rincones -sacaleche en mano- como si fuera una Holando Argentina, sin dormir, con las ojeras por las rodillas, gorda, fláccida... La imagen de una verdadera femme fatale.
Lo que he descubierto es que la cuarentena es una excusa que pone el médico para que no haya que decir lo obvio: por más que pudiera, tu marido no te tocaría ni con un puntero láser.
O, como dice una sabia amiga de la casa, para que el día 41 "estés como estés, te agarren con ganas".
Porque el amor, después de los 40 días, se vuelve ciego por elección.
12 días después
Tuvimos tiempo de disfrutar los momentos previos. Sin salir corriendo, sin estar al borde de la noticia en Crónica TV.
Tuve un parto con risas, con un poco de dolor -para qué negarlo-, y con mucha felicidad.
Y llegó nomás. La duendecita, la chuequita, la pitufa. Tiene 12 días y 400 apodos.
Tiene un hermano que la ama, y le da besos, y la acaricia y la quiere tener a upa aunque le sobre bebé por todos lados.
Tiene que tomar sol, porque está amarilla, la japonesa.
Tiene la costumbre de despertarse a las dos de la mañana y quedarse en vela hasta las cinco.
Tengo las ojeras a la altura de las rodillas y un sueño imposible de describir.
Tiene los dedos largos, y los pies finitos.
Tiene la boca del padre, y la cabeza de la madre (según dicen las abuelas).
Tiene todo nuestro amor. Que es tanto que no sé cómo nos cabe.
Tengo la lágrima fácil, el mal humor a flor de piel, mucha sed, un calor que no se aguanta, las tetas hinchadas y doloridas... tengo puntos nuevos en mi haber. Y sin embargo estoy en calma. No me desespero, no me ahogo en un charco de mecoño.
Tengo que pellizcarme, de vez en cuando: ya somos cuatro, y no es todo TAN caótico.
Tengo que dejar de escribir. Tengo que ir a oficiar de madre.
Tuve un parto con risas, con un poco de dolor -para qué negarlo-, y con mucha felicidad.
Y llegó nomás. La duendecita, la chuequita, la pitufa. Tiene 12 días y 400 apodos.
Tiene un hermano que la ama, y le da besos, y la acaricia y la quiere tener a upa aunque le sobre bebé por todos lados.
Tiene que tomar sol, porque está amarilla, la japonesa.
Tiene la costumbre de despertarse a las dos de la mañana y quedarse en vela hasta las cinco.
Tengo las ojeras a la altura de las rodillas y un sueño imposible de describir.
Tiene los dedos largos, y los pies finitos.
Tiene la boca del padre, y la cabeza de la madre (según dicen las abuelas).
Tiene todo nuestro amor. Que es tanto que no sé cómo nos cabe.
Tengo la lágrima fácil, el mal humor a flor de piel, mucha sed, un calor que no se aguanta, las tetas hinchadas y doloridas... tengo puntos nuevos en mi haber. Y sin embargo estoy en calma. No me desespero, no me ahogo en un charco de mecoño.
Tengo que pellizcarme, de vez en cuando: ya somos cuatro, y no es todo TAN caótico.
Tengo que dejar de escribir. Tengo que ir a oficiar de madre.
Antes era distinto, estaba mi hermano; me decía: «está ya él que piensa», y yo me dedicaba a vivir. La señal de que las cosas han cambiado para mí no ha sido ni la llegada de los austrorrusos, ni la anexión al Piamonte, ni los nuevos impuestos o qué sé yo, sino el no verlo ya a él, al abrir la ventana, allá arriba en equilibrio. Ahora que él no está, me parece que tendría que pensar en muchas cosas, filosofía, política, historia, sigo las gacetas, leo los libros, me rompo la cabeza con ellos, pero lo que quería decir él no se presenta, es otra cosa lo que él pretendía, algo que lo abarcase todo, y no podía decirlo con palabras sino viviendo como vivió. Sólo siendo tan despiadadamente él mismo como fue hasta su muerte, podía dar algo a todos los hombres.
En El barón rampante, de Ítalo Calvino
Sigo leyendo. Como no podía ser de otra manera, hija va en contra de todos los pronósticos médicos y resiste. Una ocupa en mi panza.
Hijo se rebela, cada día más. Por momentos me llena de besos, de esos un poco salvajes, que limitan con el mordisco. A los cinco minutos no me quiere ni ver, y llora. Un rato después va hasta el huevito, preparado para transportar a la nueva integrante, y lo mece, y nos explica que esa es la silla de la "mana". Y que ahí le vamos a hacer "nanú" (un "noni" alla Chino).
Marido se despierta cada vez que yo lo hago (unas 200 veces por noche) y me pregunta si estoy bien. Y me hace chistes. Y canta. A las 4 de la mañana, canta, y me hace reir.
Y yo, leo. Y los amo. A los tres. Aunque a la ocupa todavía no le haya visto la cara. Marido se despierta cada vez que yo lo hago (unas 200 veces por noche) y me pregunta si estoy bien. Y me hace chistes. Y canta. A las 4 de la mañana, canta, y me hace reir.
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