Así como el embarazo es descripto por el saber popular (y las dos millones de páginas web del estilo de mundomamita.com) como esa maravillosa etapa en la que repentinamente la mujer se convierte en una dulce y amigable persona que anda por la vida queriendo que cualquier paspado le frote la barriga; una vez que el crío está afuera se espera que inmediatamente los padres vayan por el mundo proclamando lo bello que es tener un hijo y cuánta alegría trae a tu vida.
Y así como del embarazo
dije lo que pensaba (y sentía) aunque me atacara el comando de madres fundamentalistas de mundomamita.com, hace dos meses Concubino y yo podríamos haber convencido a cualquiera, a CUAL-QUIE-RA, de que se hiciera una vasectomía o se ligara las trompas.
Nuestros comentarios no caían muy bien entre el resto de los padres. Y para peor muchos nos trataban de exagerados.
Cada cual vivirá una experiencia distinta, hay padres que te cuentan que su hijo durmió 6hs desde que nació. A esos padres teníamos ganas de arrancarles los ojos con un tenedor, nosotros, que dormíamos de a media hora.
Hay niños que NO lloran sin parar, que NO vomitan cual poseídos, que NO tienen cólicos, que te dejan cenar o almorzar como un ser humano más o menos normal. Básicamente hay niños que NO son el nuestro.
Si no dormís un día seguramente al día siguiente estés un poco malhumorado. Si no dormís durante un mes y medio te convertís en Freddy Kruger. Y lo que menos querés es escuchar comentarios como "y por qué no hacés tal cosa" o "ese chico es un santo (porque claro, cuando salís el demonio se transforma mágicamente en angelito)", o "peor va a ser cuando corte los dientes" (muchas gracias, me suicido y vuelvo).
Por suerte J (aka Concubino) y yo tuvimos un par de voces amigas que nos dijeron que todo eso que nos estaba pasando era normal.
Que es normal la angustia, los raptos de ira con el consecuente rapto de culpa (porque sí, a veces te dan ganas de tirar al niño por la ventana y acto seguido te sentís una porquería de persona). Que es normal preguntarse en qué carajo estabas pensando cuando decidiste tener un hijo. Y por qué nadie te contó este tipo de detalles nimios sobre la vida de primerizo.
Es normal sentirte suicida, asesino, depresivo, zombie... una teta en pijama.
Y es normal que un tiempo después (a veces más, a veces menos) todo esto se vaya convirtiendo en un recuerdo y lo maravilloso empiece a suceder. Y que haber tenido que bañarte a las 3 de la mañana porque el pequeño endemoniado te vomitó hasta el caracú te de risa y no ganas de llorar a mares.
Así que por favor, cuando se encuentren con un par de padres primerizos en vías de cortarse las venas con un escarbadientes traten de calmarlos. No les den consejos (aunque ustedes hayan tenido cinco hijos, no nos importa), no les digan que podría ser peor (o aún más terrible que va a ponerse peor). Limítense a escucharlos, y a decirles que eso que les pasa es normal. Que aguanten un poco más. Que son dos padres agotados, pero nunca dos padres terribles.