delicias de la vida maternal

dejen vivir a la postparturienta 
Resulta que una acaba de expulsar un bofe de 3 kilos y pico de su propia humanidad. Está cansada, dolorida, la cosieron como un matambre, etc. Le dicen que debe descansar, que aproveche mientras el bofe duerme...
Entonces que alguien me explique ¿por qué demonios entra una persona cada diez minutos a la habitación?
Y no me refiero a las visitas familiares, hablo de: la enfermera con la medicación, la enfermera de "nurse" que se lleva al bofe para traerlo al rato, la mucama, la que sirve el desayuno/almuerzo/cena, la puericultora que te pregunta por el estado de tus pezones, el obstetra, la neonatóloga, el peluquero y hasta ¡una fotógrafa! 
En un momento de la internación pensé que alguien me estaba haciendo una cámara oculta. Después me prometí lanzar un pañal rebosante de mecoño al siguiente que viniera a joderme la existencia. 
Pero no lo hice. Intuyo que me quedé dormida.

lo que una necesita es apoyo moral 
Resulta que una acaba de expulsar un bofe de 3 kilos y pico de su propia humanidad. Etc.
Está ataviada con un camisón (horrendo por definición), bombacha descartable, apósitos y el corbatero.  
Llega marido mientras una se cambia. Y ante la visión del colgajo de carne que le quedó en la parte abdominal, con la mayor naturalidad del mundo exclama: 
- mi amor, vamos a tener que llamar a la partera.
- ¿por?
- para decirle que te dejó un pibe adentro

Y sí, la culpa es de una, que se enamoró, entre otras cosas, del humor ácido del energúmeno ese. Ahora, a llorar a la iglesia (o a lanzarle un pañal rebosante de mecoño por el marulo).

nunca es triste la verdad
Después de una ardua investigación estamos en condiciones de decir que el 85% de los recién nacidos son FEOS. Mis hijos no pertenecen al 15% restante. Hija tiene cara de duende. Puede parecer muy simpático, pero lindo no es.
Afirmación que el resto del mundo no tolera por parte de los propios padres del bofe/duende. Entonces te tratan de malvado y te juran y perjuran que tu hija es hermosa, divina, redondita... Lástima que haya algo denominado inconsciente y al rato agreguen frases como "igual después se ponen lindos".
Ok, no me aceptes que es fea, pero no me mientas. Me hicieron una episiotomía, no me cosieron los ojos.

 el flagelo de la teta voluntariosa
Y el tercer día bajó la leche.
Pasó el dolor, la hinchazón, y ellas se acomodaron al ritmo de la lactante. O más o menos. Porque mis tetas tienen voluntad propia. Entonces, si la lactante se quedó dormida y ya es la hora de que coma, mis tetas, que deben ser obsesas como yo, se ponen a producir leche sin que nadie se lo requiera, con el chorreamiento y mancha de ropa correspondiente (no hay pad que resista la voluntad alimentadora de mi cuerpo).
Que esto suceda en el registro civil, mientras le hacés el DNI a la lactante, es lo menos de lo menos.
O bien, si escuchan el llanto de un niño, aunque el que llora sea mi hijo que dejó la teta hace un año, ellas salen al rescate y se ponen a laburar.
A esta altura ya se merecen el premio al empleado del mes. Y yo estoy por ponerme un siempre libre en el corpiño.

la verdad de la milanesa
Entonces una, que está viviendo la maternidad las 24hs al día, porque mucha opción no tiene, anda siempre manchada, ordeñándose por los rincones -sacaleche en mano- como si fuera una Holando Argentina, sin dormir, con las ojeras por las rodillas, gorda, fláccida... La imagen de una verdadera femme fatale.
Lo que he descubierto es que la cuarentena es una excusa que pone el médico para que no haya que decir lo obvio: por más que pudiera, tu marido no te tocaría ni con un puntero láser.
O, como dice una sabia amiga de la casa, para que el día 41 "estés como estés, te agarren con ganas". 
Porque el amor, después de los 40 días, se vuelve ciego por elección.


 

12 días después

Tuvimos tiempo de disfrutar los momentos previos. Sin salir corriendo, sin estar al borde de la noticia en Crónica TV. 
Tuve un parto con risas, con un poco de dolor -para qué negarlo-, y con mucha felicidad.
Y llegó nomás. La duendecita, la chuequita, la pitufa. Tiene 12 días y 400 apodos.
Tiene un hermano que la ama, y le da besos, y la acaricia y la quiere tener a upa aunque le sobre bebé por todos lados.
Tiene que tomar sol, porque está amarilla, la japonesa.
Tiene la costumbre de despertarse a las dos de la mañana y quedarse en vela hasta las cinco. 
Tengo las ojeras a la altura de las rodillas y un sueño imposible de describir.
Tiene los dedos largos, y los pies finitos. 
Tiene la boca del padre, y la cabeza de la madre (según dicen las abuelas).
Tiene todo nuestro amor.  Que es tanto que no sé cómo nos cabe.
Tengo la lágrima fácil, el mal humor a flor de piel, mucha sed, un calor que no se aguanta, las tetas hinchadas y doloridas... tengo puntos nuevos en mi haber. Y sin embargo estoy en calma. No me desespero, no me ahogo en un charco de mecoño.
Tengo que pellizcarme, de vez en cuando: ya somos cuatro, y no es todo TAN caótico.

Tengo que dejar de escribir. Tengo que ir a oficiar de madre.