caramelos al frasco

La abuela ha sido creada para malcriar. Eso dicen los que saben, y los que no saben... son jefes. 
En fin. Mi abuela paterna se malcriaba a sí misma, porque lo que es a sus nietos, andá a cantarle a Gardel. 
La otra, en cambio, llegaba a casa y todo era una fiesta. Recordar las visitas de mi abuela materna en plena infancia, es sentir brubujas de Redoxón haciéndome cosquillas en la nariz. Por lo visto la abuela no confiaba mucho en la alimentación que me propocionaba mi madre. Cada vez que venía, sacaba dos o tres de esos envases cilíndricos de metal llenos de pastillas naranjas. Y a mí, que no entendía nada de vitaminas y minerales, me encantaban. Además, el tarrito era muy apropiado para jugar y hacer ruido metiéndole alguna cosa adentro. 
Sin embargo, lo que más esperaba eran las golosinas. No por los dulces en sí mismos, sino por las sorpresas que venían adentro. Hablo del chocolatín Jack, que aún tiene vigencia, aunque los muñequitos son espantosos (y ni me imagino cuando uno abra el envoltorio y se encuentre con una mini réplica del dueño de la fábrica). Pero más que nada, hablo de una golosina de la que ni siquiera recuerdo el gusto, pero de sólo nombrarla se me dibuja una sonrisa. Y que si existe no quiero saber en qué estado.
El paquete, de papel bastante berreta, venía infladito como si escondiera grandes creaciones, juguetes soñados. Y romperlo para ver qué guardaba era un momento de esos que sólo abundan en la infancia (y en la adultez, si uno conserva la capacidad de sorprenderse aún ante cosas pequeñas.) 
Hablo del queridísimo Topolín. Un ratón elegante, que como Pérez, nos alegraba el día ,¡y sin pedir ningún diente a cambio! (por lo menos no en el momento, las caries por exceso de topolín corrían por nuestra cuenta).

 

ansiedad

Después de un año de sufrir la explotación de tu jefe, los pedidos ridículos de tus clientes, o el sacerdocio de criar a un ser humano (o todo eso, junto) tenés 15 días para relajarte.
Y relajarte quiere decir tirarte cual bolsa de papas sobre una reposera, preferentemente en una playa, donde la temperatura ambiente (de 45° a la sombra) pueda sobrellevarse gracias a la existencia de un líquido elemento que no te mate por contaminación.
Elegís Mardel. Todo no se puede.

Ponés un pie en la arena amarillenta y te das cuenta de la notable diferencia entre tu figura y la del resto de los veraneantes. No es el rollo que te sobresale por encima del moño de la bikini. Estás pálida como una zombie (las ojeras por las rodillas ayudan bastante a completar el fisic du rol).

Pero sos una persona responsable, que cuida su salud. Y has esuchcado a todos los especialistas y a todas las viejas consejeras del barrio que andan al grito de "el sol está terrible" o "el cáncer es un viaje de ida."
En realidad ya pasaste por la época en la que te bañabas en coca cola antes de salir al sol. O te ponías aceite de bebé para lograr ese bronceado pollo de rotisería que te queda tan bien.
La primera pata de gallo profunda te convirtió en una defensora de los consejos de la OMS.

Entonces, estabas con un pie en la arena.
Intentando no convertirte en milanesa humana te encajás una capa de pantalla 30, y te desplomás por algún lado.
Cada cierta cantidad de tiempo te das vuelta, para que el bronceado sea parejo.
A esta altura ya no te acordás de tu jefe, ni de tus clientes, ni del ser humano que estás criando (y que en este momento está siendo rescatado del fondo del mar por un bañero.)

Todo transcurre apaciblemente, hasta que, al final del día, notás una clara diferencia entre tu figura y la del resto de los veraneantes. Demasiado clara.
¡Estás igual que como llegaste! Y eso que sudaste como un luchador de sumo todo el día.

Pero sabés que el tiempo está a tu favor. Aún quedan 14 jornadas por delante.
Pensando en ello, a la mañana siguiente, volverás a pisar la arena con la misma resolución.
Y con la misma resolución desparramarás tu cuerpo por algún rincón.
Lo que importa es el color, la salud va y viene. Ese será tu mantra.

Esta vez, no habrá barreras entre vos y el bronceado que anhelás.

Y esa noche, tendrás que dormir parada.


inevitable

Desde tu llegada al mundo, aprenderás, de un zopapo, que donde sea que hayas venido a parar, te va a doler
Con el tiempo, conocerás sufrimientos de todo tipo, color e intensidad; y  más luego, te darás cuenta de que también hay remedios: analgésicos, paliativos, bálsamos de toda especie.
Tu abuela recomendará una barrita de azufre para las contracturas, y te perseguirá para "tirarte el cuerito" cuando te empaches.
Tendrás una tía pastillómana, de esas que llevan un botiquín en la cartera y son devotas de Santa Aspirineta.
Y quizás, también tengas una madre que todo lo cura en base a las propiedades mágicas del agua: duchate que te vas a sentir mejor, tomate un tesito, mojate la cabeza...
Pero, oh, querido homúnculo doliente, un día llegarás a una terrible conclusión.
Ese día conocerás lo inevitable, lo innombrable, lo irremediable.
Ese día, te machucarás el dedo meñique del pie contra la mesa ratona del living, y no importa si solo o acompañado, jóven o adulto. No importa cuánto saltes, injuries, o cuánto invoques a San Expedito... ese día nadie podrá ayudarte.

si no sos feliz, ¡es porque no querés!

Parece que la nueva moda es que los periodistas-conductores-ovayaunoasaber escriban. No sería nada del otro mundo, si escribiesen textos periodísticos. Pero no, a cococho de Ari Paluch y su combustible espiritual, que le ha llenado los bolsillos de combustible material, y es un éxito arrollador, sobre todo entre los taxistas; ha salido a la calle un nuevo engendro editorial.
Este libro, seguramente ideado como lectura veraniega (es decir, liviana, es decir... mejor no decir) viene de la mano del conductor de un noticiero, bastante parecido al novio de Barbie (no sólo por su peinado plasticoide y su bronceado naranja, sino por lo que hay debajo del mismo).
Cada vez que he visto al susodicho periodista, me ha llamado la atención la capacidad innata que tiene para dramatizar hasta el nacimiento de un panda bebé en el zoológico de Ucrania. Todo es entre lacrimógeno y terrible.
El señor del jopo hace preguntas rayanas en lo miserable... Esas del estilo de "contanos cómo era tu padre recién acribillado por un chorro".
Y sin embargo, en su obra,  nos eneseña cómo ser felices convirtiendo las malas noticias en algo bueno. Porque la lectura errónea de un hecho puede corregirse observándolo a través de otro prísma, y que su carga de negativídad puede trocarse en sentido inverso y proporcional. (¡trocarse!)
Yo entiendo que con el sueldo de conductor no le debe alcanzar para comprar la tonelada de fijador que usa para levantarse el jopo cada mañana, pero ¿es necesario escribir un manual de autoayuda? ¿Y con este tipo de anécdotas trascendentales?
¿Hay necesidá?

hay alguien en casa?

Hace unos años irme de vacaciones cuando todos estaban de vuelta me parecía una idea excelente, divina, espectacular... incluso era una especie de revancha inútil. Ah, ustedes están acá, trabajando cual perros y yo me estoy yendo a no hacer nada, muajaja- decía, como una tarada sin remedio (mientras creía reirme como Cruela de Vil y sólo confirmaba mi taradez).

A medida que los años pasan me es cada vez más dificil no desear subirme al primer micro a cualquier parte, tipo 3 de diciembre. Es que en agosto ya parezco un trapo de piso con el que baldearon todas las veredas mugrientas de Buenos Aires.
Entonces he llegado a una sabia conclusión: si antes no me importaba llegar a marzo sin vacaciones era porque podía llegar a marzo sin vacaciones.
Con febrero saludando en la puerta, mi estado mental y físico es bastante similar al estado de Sandro... en este mismo instante.
Lo único que deseo, sueño y veo reflejado en la pantalla de la computadora como un espejismo en medio del desierto es una playa, un trago y una reposera soportando mis carnes desparramadas y blancas.
Y lo único a lo que puedo aspirar es a pasar un sábado en la playa de sombrishas amarishas que se inventó el benemérito jefe de la ciudad de Buenos Aires. Una playa en la que te calcinarás cual molleja arrebatada, mientras frente a tus ojos se balancean millones y millones de litros de agua que no podrás tocar, si no quieres morir instantáneamente.
Por lo que, seguiré esperando, no me quedan más opciones. Debo trabajar por lo menos hasta... abril.
Me acabo de dar cuenta que nunca lo había puesto por escrito. A-B-R-I-L 
Me retiro a llorar. Que la pasen lindo.


PD: Y a ustedes, que se van o se fueron o se irán de vacaciones antes que yo, y que me obligan a desearles felicidad y descanso, sepan que no los envidio. No, no. no... no voy a caer tan bajo.
Sepan que los odio. 

toda la vida para olvidarte

Yo puedo entender que ya está todo hecho, y que los diseñadores de ropa no tengan ganas de usar su imaginación, y se dediquen a revivir viejos clásicos. Clásicos que nos venden como "vintage" (que quiere decir "esa ropa que pagarás una fortuna y podrías haber encontrado gratis, apolillándose en el ropero de tu madre, que nunca tira nada")
Decía, yo entiendo. Pero todo tiene un límite. Hay clásicos que son simplemente abominaciones. Prendas que debimos sufrir cuando estuvieron de moda. Que uno quiso dejar en el olvido más profundo. Y que las fotos viejas se encargan de recordar (y hacen que te replantees el sentido de tu existencia).
Esta es una de esas abominaciones. Y resulta que a una mente brishante se le ocurrió desempolvarla.
Porque, aunque le digan "jean lavado con colores bajados" o "batikeado" esa porquería que me querés vender es un viejo y nunca bien ponderado NE-VA-DO.
Ya me veo, en un futuro cercano, rodeada de pánfilos vestidos de Biznike y me deprime.
¿Cuál será el próximo revival? ¿El jopo y el batido? ¿La campera de jean con corderito?
Digo yo, ¿hay necesidá?

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¿rosa o celeste?

Tarde de domingo. Asado entre amigos. Las únicas dos madres del grupo charlan, porque son las únicas dos madres del grupo, de otra manera estarían sentadas en los dos extremos opuestos de la mesa.
Yo, estoy cerca, pero no me inmiscuyo. Las conversaciones sobre mecoño, pañales y mamaderas a las 3 de la mañana me son absolutamente misteriosas.
Sin embargo, en un momento, escucho un diálogo que me subleva.
De pronto no me importaría clavarle un tenedor en el ojo a una de ellas.

El diálogo es el siguiente:

 Madre de Niño dice: 
- Ay, qué linda que está tu hija.-  Y hace una pregunta sobre algún pormenor que no entiendo.
Madre de Niña le responde:
- Gracias. La verdad que es divina la gorda, y por suerte se porta re bien.
Se hace un pequeño silencio, que dura una milésima. Suficiente para que la otra mire a su hijo, que corre por ahí, y sonriendo de oreja a oreja, diga con voz de pito:
- Seh... igual es mucho más lindo tener varones.

WTF????

Quizás fue sólo una forma retorcida de competencia, y el día que esa mujer tenga una hija, a fuerza de vivir, aprenda que puede ser una experiencia diferente, pero igual de linda.
O no.
Y entonces la que sacará sus conclusiones será esa niña, que a fuerza de vivir, quizás termine  por afirmar que siempre es mejor el varoncito.

la perpetua edad de los por qué - apartado policial

Por qué razón los policías declaran cosas como: "en el día de la fecha, dos NN menores de edad, se aproximaron un sujeto varón del sexo masculino, el cual se desempeña como dependiente del comercio expendedor de golosinas del barrio. Acto seguido, y luego de que el susodicho dependiente les preguntase a los NN qué clase de producto deseaban adquirir, éstos últimos, y por razones que aún no se especifican, deciden guardar silencio. En esos momentos se hace presente en el lugar una mujer de sexo femenino, que solicita al dependiente del local comercial un atado de cigarrillos, momento que los NN aprovechan para sustraer de la repisa exhibidora productos cuya cantidad aún se encuentra bajo investigación, luego de lo cual se dan a la fuga por la avenida."

Es decir, "dos pibes se robaron unos cuantos caramelos del kiosko".

Ah, y una pregunta más. ¿Por qué razón cuando un maleante, caco o similar entra a un lugar y logra controlar a los presentes para luego afanarles todo lo que llevan encima, se dice que los "redujo"? 
¿Acaso el malhechor tiene poderes mágicos? ¿Es jíbaro?

Misterios de la vida...

guarda, no me pises a la abuela!

Dicen que llegó el verano. Dicen, porque a esta ciudad se le ocurre llover día por medio, y calor y humedad no son verano. Verano es otra cosa. Sépanlo, autoridades competentes.

¿Qué es verano? Una especie de fiebre o virus, que la ciencia nunca se encargó de investigar, y afecta a gran parte de la humanidad. Los habitantes de este remoto país parecen especialmente vulnerables.

Por eso hoy, inauguro la sección "¿qué necesidá?", capítulo "hitazos del verano", y me pregunto:

Si durante todos los días de tu vida viajás aplastado como una sardina en un tren mugriento y desvencijado, entre otro millón de homúnculos sudorosos...
Llega el verano, tenés 15 días de descanso.
Entonces ¿por qué razón decidís que "vacaciones" significa amucharte como una sardina en una playa mugrienta, cuyas aguas pueden matarte, entre otro millón de humanoides sudorosos, y además aceitados, que se alimentan a base de sánguche de milanesa y churros?
Decime, ¿qué necesidá hay? ¡¿Qué nececidá?!


(Fotos de "La Bristol" y Brighton, Gran Bretaña. Acá, una playa alemana: igualito.)
Fuente

andá a lavar los platos

En mi hogar se practica y se difunde la equidad de género. Para las tareas del hogar, se utiliza  un método de distribución simple: "hoy cociné, entonces no lavo", en sus diversas variantes.
También existe una libreta de almacén con los "fiados": esos momentos en los que uno de los dos se tira en el sillón al grito de "dejame que no mueva un dedo, por favorrr."
Las tareas extracurriculares, como el trabajo pago, no se somenten a revisión cuando hay que distribuir los quehaceres hogareños. Por mucho que a mi suegra le duela ver al nene, que "trabaja tanto y encima lava los platos".
(Parece que yo juego al tinenti todo el día... pero eso ya es otro tema.)

Todo esto suena muy lindo. Casi idílico.
Y lo es... hasta que cierta mañana, una se acerca al tender de la ropa y ve cómo una remera y un conjunto de ropa interior nuevos, y blancos, se han convertido mágicamente en... celestes.

Y una escucha paciente sentencias del estilo de "igual queda lindo, eh", "por lo menos quedó parejo."

Entonces una se enyoguiza, respira hondo, e imparte la lección 1 del "curso básico de lavado de ropa", mientras mantiene una sonrisa de publicidad de Colgate, y le dedica un par de oraciones al santísimo reproductor de suegras; para que a las generaciones venideras no les parezca normal que un niño varón no sepa lo que es la diferencia cromática entre dos prendas, o mire un lavarropas como si se tratara del mismísimo ET.
O para que no se apañe más al susodicho niño al grito de "pobrecito" cuando ya es  lo suficientemente grande para ganarse la vida y sigue asombrándose de que el tambor horizontal gire frente a sus ojos.

Amigas, amigos, tomémonos de las manos y oremos.
Porque de esto depende nuestro futuro... y el de nuestra ropa blanca.

Amén.

manic & music monday

Caminando el siglo XXI  y comenzando nueva década (que por lo menos tiene nombre: los que nacen ahora son del '10, pero ¿y los de la década anterior?, ¿qué son?, ¿un cero a la izquierda?), no importa cuántos adelantos ni cuántos retrocesos, si los libros de ciencia ficción se cumplieron o no. Mi corazón, que debe saber poco de calendarios, sigue siendo un ochentoso.

Lunes otra vez, ¡movamos las melenas!