Parece que la nueva moda es que los periodistas-conductores-ovayaunoasaber escriban. No sería nada del otro mundo, si escribiesen textos periodísticos. Pero no, a cococho de Ari Paluch y su combustible espiritual, que le ha llenado los bolsillos de combustible material, y es un éxito arrollador, sobre todo entre los taxistas; ha salido a la calle un nuevo engendro editorial.
Este libro, seguramente ideado como lectura veraniega (es decir, liviana, es decir... mejor no decir) viene de la mano del conductor de un noticiero, bastante parecido al novio de Barbie (no sólo por su peinado plasticoide y su bronceado naranja, sino por lo que hay debajo del mismo).
Cada vez que he visto al susodicho periodista, me ha llamado la atención la capacidad innata que tiene para dramatizar hasta el nacimiento de un panda bebé en el zoológico de Ucrania. Todo es entre lacrimógeno y terrible.
El señor del jopo hace preguntas rayanas en lo miserable... Esas del estilo de "contanos cómo era tu padre recién acribillado por un chorro".
Y sin embargo, en su obra, nos eneseña cómo ser felices convirtiendo las malas noticias en algo bueno. Porque la lectura errónea de un hecho puede corregirse observándolo a
través de otro prísma, y que su carga de negativídad puede trocarse en
sentido inverso y proporcional. (¡trocarse!)
Yo entiendo que con el sueldo de conductor no le debe alcanzar para comprar la tonelada de fijador que usa para levantarse el jopo cada mañana, pero ¿es necesario escribir un manual de autoayuda? ¿Y con este tipo de anécdotas trascendentales?
¿Hay necesidá?
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Piiiiiiiip