dotor, me duele acá

Ella dijo tumorcito, con la liviandad que tienen los médicos para decir ciertas cosas.
Ella dijo tumorcito pero podría haber dicho grano. Ponele.
Porque vos decís tumorcito y por más diminutivo que le cuelgues, la gente se asusta, se pone blancapálidaquemevoyadesmayar, como hizo concubino.
Y no interesa que después digas inocuo, benigno, o cualquier otro adjetivo tranquilizador.
Ella dijo tumorcito (en mi cerebro, dónde más, oh niña migraña) y concubino se puso blancopalidoquemedesmayoacá. Yo no. Yo me reí.
Porque a la vida hay que elogiarle el humor. Y porque de repetida, esa palabra no me suena a nada.
Es, como muchas, una cuestión de semiótica.
Haga la prueba: diga tumorcito varias veces seguidas. En algún momento la palabra perderá el sentido, la profundidad, el cuerpo.

Hasta que un mar de lágrimas le cambien la perspectiva, y le desarmen el discursito de superada. Porque cuando él me abrazó, temblando y llorando, en la vereda, lejos del antiséptico lenguaje de consultorio, tumorcito no me dio miedo, me dio bronca.

Y si me acuerdo de estoy hoy, es porque estoy enferma hace tres días. Y yo… "yo no me enfermo nunca". Otra de mis frases de cabecera.
Obviamente, no soy inmune a los virus. Ni al dolor. Pero lo resisto, lo ninguneo como si no estuviera.
Lo ninguneo porque me cuesta soportarlo: a mi dolor doliendo en otra parte. Por ejemplo, en unos ojos llenos de lágrimas. 
Eso me molesta. Me duele, bah. Pero que no se entere nadie.

respiración artificial

Le podría echar la culpa al resfrío, a esta congestión que no me deja abrir los ojos.
Eso, si quisiera engañarme. Y con esto no me engaño desde los 10, cuando empecé a repetir la  frase "me falta el aire".  
En realidad el aire no falta. Está ahí, en exceso, pero del lado de afuera.
El aire ocupa lugar, y acá, adentro, no hay más espacio.
Me falta el aire porque me sobran lágrimas, miedos o angustias. Hoy no decidí cuál de todos... o si todos juntos.
Entonces le echo la culpa al resfrío, y trabajo un poco, y otro poco leo, y me abarroto de las palabras de ella, que deja salir a pasear sus dolores, sus preguntas y sus peripecias. 
Y lloro.


Me dejo caer en sus palabras como si fueran mías. Como si yo también pudiera decir de esa manera.
Y respiro. Un poco más.

Palabras como tanques de oxígeno. 

Qué metáfora espantosa. Pero no encuentro otra... y menos hoy, que me falta el aire.



Los viejos amores que no están,
la ilusión de los que perdieron,
todas las promesas que se van,
y los que en cualquier guerra cayeron.

Todo está guardado en la memoria,

sueño de la vida y de la historia.

El engaño y la complicidad

de los genocidas que están sueltos,
el indulto y el punto final
a las bestias de aquel infierno.

Todo está guardado en la memoria,

sueño de la vida y de la historia.

La memoria despierta para herir

a los pueblos dormidos
que no la dejan vivir
libre como el viento.

Los desaparecidos que se buscan

con el color de sus nacimientos,
el hambre y la abundancia que se juntan,
el mal trato con su mal recuerdo.

Todo está clavado en la memoria,

espina de la vida y de la historia.

Dos mil comerían por un año

con lo que cuesta un minuto militar
Cuántos dejarían de ser esclavos
por el precio de una bomba al mar.

Todo está clavado en la memoria,

espina de la vida y de la historia.

La memoria pincha hasta sangrar,

a los pueblos que la amarran
y no la dejan andar
libre como el viento.

Todos los muertos de la A.M.I.A.

y de la Embajada de Israel,
el poder secreto de las armas,
la justicia que mira y no ve.

Todo está escondido en la memoria,

refugio de la vida y de la historia.

Fue cuando se callaron las iglesias,

cuando el fútbol se lo comió todo,
que los padres palotinos y Angelelli
dejaron su sangre en el lodo.

Todo está escondido en la memoria,

refugio de la vida y de la historia.

La memoria estalla hasta vencer

a los pueblos que la aplastan
y no la dejan ser

libre como el viento.

La bala a Chico Méndez en Brasil,

150.000 guatemaltecos,
los mineros que enfrentan al fusil,
represión estudiantil en México.

Todo está cargado en la memoria,

arma de la vida y de la historia.

América con almas destruidas,

los chicos que mata el escuadrón,
suplicio de Mugica por las villas,
dignidad de Rodolfo Walsh.

Todo está cargado en la memoria,

arma de la vida y de la historia.

La memoria apunta hasta matar

a los pueblos que la callan
y no la dejan volar
libre como el viento.

imposible is nothing

¿Es posible que una persona trabaje y haga tareas domésticas al mismo tiempo? 
Sí, es posible.

¿Y puede esa misma persona intentar cocer porotos mientras responde una cantidad ingente de e-mails? 
Sí puede. 

¿Y es capaz la susodicha persona de olvidar por completo los porotos que hierven hace un buen rato en la cocina mientras ella tipea como desquiciada? 
Siiií, es muuuuy capaz. 

¿Y será posible, que debido a su poder de concentración superhumana, la susodicha  persona pierda por completo el sentido del olfato y no se percate del aroma a poroto flambé que inunda su morada?
Contra todo pronóstico y haciendo gala de una sandez supina... sí, es posible.

¿Será posible, antes de que la susodicha persona muera de vieja (o lo que es más probable, debido a los efectos colaterales de la gastronomía), eliminar el olor a poroto flambé de su morada?
¿Es el aroma a poroto flambé inmortal?

Esperamos que no. Aunque, todo es posible...

el mundo se divide (con introducción, nudo y desenlace)

Nunca estuve en contra de las  formas que la humanidad encuentra para expresar sus sentimientos. Aún cuando éstas sean, digamos, poco académicas (?) o se sucedan en lugares extraños a su condición. Por ejemplo: aquel que silba o canta a los gritos en el subte o por la calle merece mi reconocimiento. El decoro está sobrevalorado.
Algunas de estas formas molestan, como esas risas inoportunas en una obra de teatro dramática (siempre hay un subnormal al que todo le da gracia) o los gritos de chancho a punto de ser degollado que profieren ciertas adolescentes entregadas a los efectos de un cóctel de hormonas y cantantes melódicos, que en su adultez les dará vergüenza recordar.
Pero hay otra, sin embargo, que supera mi sensación de molestia. Incluso la vergüenza ajena que me produce es menor a la intriga del por qué de su aparición.
Y con el tiempo he descubierto que es una cuestión muy "nacional". Y como a tantas otras, no le veo el sentido.
Entiendo el "aplauso para el asador". Entiendo la ovación a un artista. Inclusive entiendo los alaridos de porcino a punto de ser jamon crudo de las adolescentes que van a ver a Axel. 
Pero, queridos amigos, hay un aplauso que no entiendo. 
Y por ello, después de todas estas letras sin sentido, hoy vengo a afirmar que:

el mundo se divide
entre los que aplauden cuando aterriza el avión. 
Y los que no.

Y para finalizar unas preguntas: el que aplaude en el avión, ¿también ovaciona al colectivero cuando lo deja en la parada? ¿Hace la ola en el subte cuando llega a Carlos Pelegrini?
¿Por qué al piloto sí, y al remisero nada? ¿Eh?
¿El aplaudidor aéreo, es un discriminador terrestre?
Hay misterios insondables para la humanidad. Esas preguntas cuya respuesta quizás no vayamos a conocer nunca.
De dónde venimos...
Hacia dónde vamos...

Y cuál es el tiempo exacto de cocción de la milanesa de soja.

Ser o no ser (una suela de zapato)
Esa es la cuestión.

dudas oscarsianas

Ya estamos todos subiditos al carro del triunfo, loando al cine argentino, su garra, y demás atributos supuestamente cinéfilo-nacionales, aunque lo único que hayamos visto en nuestra vida es Los bañeros más locos del mundo.
Ya habremos salido a gritar ¡Argentina, Argentina! dando la vuelta a la manzana, que es el único simulacro de vuelta olímpica que podremos dar este año, teniendo en cuenta la fe que le tenemos a la selección de Maradona. 
En fin, ya somos más Campanellistas que Francella.

Pero, sinceramente, ¿merecía un oscar El secreto de sus ojos?

Y, sin importar lo anterior, ¿por qué catzos Francella anda en las fotos de los diarios sosteniendo la estatuisha como si fuese el más importante del reparto? 
Que alguien le diga que si hay un actor poco versátil es él, que lo único que sabe hacer es de sí mismo.
Gracias.
probablemente tu familia esté feliz con tu llegada al mundo. quizás no tanto.
probablemente recibas menos educación que tus hemanos. 
probablemente alguien te maltrate, te pegue o te viole. y probablemente ese alguien sea un pariente o una pareja.
probablemente puedas conseguir trabajo. muy probablemente ese trabajo sea precario. 
probablemente ganes menos que tus compañeros, aún haciendo las mismas tareas.
probablemente a nadie le interese explicarte lo que es la educación sexual. quizás nunca escuches esas palabras.
tampoco escucharás palabras como políticas públicas, salud reproductiva, o cosas similares.
pero probablemente mueras debido a ellas.
quizás te traten de estúpida, de incapaz, de niña. 
probablemente alguien te diga que todo tiene un límite, y que es mejor que te dediques a lavar los platos.
probablemente te digan lo que es ser hermosa, y cuánto importa llegar a serlo. 
probablemente nunca te sientas así, por mucho esfuerzo que hagas.
 
seguramente hoy  te regalen flores, te deseen felicidades, te incluyan en un descuento o te den más cuotas para comprar ropa.

probablemente sean muchos los que recuerden que hoy no estamos festejando nada.



espero que esos muchos sean muchos más mañana.
para que en un futuro vivamos como iguales. 

quizás no parezca probable. 
lo importante es que lo hagamos posible.


vaga

Vagar:
(RAE)
"Dicho de una cosa: Andar libre y suelta,
o sin el orden y disposición que regularmente debe tener."


o sin mirarte los zapatos más que para soltarte
                                                                    los cordones
o sin seguir la huella que dejaste ayer grabada en el pavimento
un día sin perseguirte la cola en línea recta

libre y suelta
                   y sin diagnóstico

sin orden, no predispuesta
puesta sólo a perder

perder, que nunca está de moda
el tiempo, los horarios,
perder
                    la mirada en un punto de fuga

vaga, como nunca
                       tu madre
como jamás tu abuela

vaga como vos sola
y también acompañada

vaga como te guste
aunque no le guste al resto

se educa con el ejemplo

Tarde de martes. 
Mate ostenta el agotamiento mental y físico de un viernes.
Mate necesita vacaciones.

Con un esfuerzo sobrehumano, Mate se arrastra hasta la clase de gimnasia. 
La clase comienza y Mate hace lo que puede con su pobre humanidad. 
Entre tanto, la profesora grita como una condenada dando órdenes que Mate se encarga minuciosamente de no seguir. 
"40 abdominales tu madre", piensa, con cara de víctima de Jack el Destripador.

De pronto, la profesora gritona se acerca al cuerpo ya casi carente de signos vitales de Mate.
Acto seguido,  y con tono sumamente didáctico le espeta al resto de los presentes: "Con este ejercicio vamos a quemar el flotador este, ¿ven?", mientras que señala una parte de la humanidad de la alumna.

"¡Ya sé que tengo rollos, pero no es para publicarlos en la revista Gente (excedida de peso)! Pedazo de irrespetuosa."  
Eso lo piensa Mate, que se limita a tragar saliva y reprimir las ganas de pegarle una patada en  el peroné a la profesora.

Y así, Mate termina el martes recuperando las pocas calorías que acaba de bajar, cuando se devora un Cachafaz de Maicena de postre. 

Un verdadero día de miércoles. 

bancate ese defetoc

Gracias a las modificaciones imprevistas en la grilla de canales de cable, hace unos días pude ver un programa nuevo llamado Obsesivos
Tranquilamente podría tratarse de una novela de Suar, pero no. Son historias de gente con trastornos obsesivos compulsivos (TOC) severos. Y remarco lo de "severos" porque  personalmente en muchas oportunidades me considero una obsesa. 
(Cuando pido el cuarto de helado bañado en chocolate me considero una obesa, pero eso es otro cantar). 
Y haciendo un recuento de algunos de mis comportamientos toc, he llegado a la conlcusión de que los susodichos no molestan demasiado al resto de los mortales, y tampoco interfieren en mi vida diaria como para salir corriendo al psiquiatra o aparecer en un programa de malamuerte. 
O eso creo. 

Porque no es tan terrible que
me niegue a entrar en contacto con el 80% de las teclas de luz y enchufes, y ande a oscuras por la vida, o solicitando que enciendan, apaguen o enchufen los electrónicos del hogar y alrededores;
despegue las etiquetas de cualquier frasco y/o botella que se me ponga adelante, dejando regueros de papel sobre la mesa;
rompa los manteles de papel de las pizzerías de mala muerte, y luego me dedique a hacer origami con ellos;
cierre las canillas abiertas, aún cuando hay alguien que supuestamente las está usando (digo supuestamente porque si la cierro es porque el agua está corriendo al cuete: no te podés lavar los dientes o enjabonar los platos con la canilla abierta. Sabelo, pedazo de calentador global);
ordene los cds, dvds y libros por género o alguna otra categorización, y pueda llegar a cometer asesinato si alguien modifica ese orden;
cambie el tenedor de mano cada vez que corto un bocado de comida, tardando 18 horas en terminar una porción de tarta;
cierre puertas y cajones que de ningún modo pueden permanecer abiertos, y menos de noche;
revise la heladera en las casas ajenas (no importa hace cuánto tiempo conoza a sus habitantes)
y otros detalles del estilo...

Son minucias, pavaditas. Todos tenemos alguna. 
¿No?





¿No?