la no estación

Llega la media estación, ese lapso en el año en el que salís a la mañana con 10 grados y a las tres horas te tenés que meter todo el abrigo que incluiste en tu vestimenta allí donde no te da el sol, justamente porque el sol calentó la superficie terrestre y ahora hacen 25 grados, y vos estás sudado como un cerdo a la parrilla.
Es la época en la que las madres comienzan a decir "llevate un saquito por las dudas refresque".  La media estación, la no estación, en la que todos parecemos salidos de un manicomio, la mitad vestidos de invierno, la otra mitad en chancletas.
Una estación de porquería, en fin... Fea, como usar ojotas con medias.

poné "Carrozas de fuego" y empezá a correr

La maternidad ha abierto ante mí un mundo de disciplinas deportivas que desconocía.  Son pequeñas hazañas que uno debe ir sorteando cada día, mientras desarrolla habilidades que nunca soñó iba a tener que descubrir.
Por ejemplo:

Vómito teledirigo a distancia
Este es un juego de equipos. Por un lado se encuentra el niño, que debe desarrollar el excelso arte de poner la cabeza de tal manera de eludir toallita, babero y su propia ropa y vomitar todo lo que se encuentra a su alrededor, incluyendo la ropa de uno, los muebles y los pisos de la casa.
El adulto, del otro lado de la cancha, debe atajar el susodicho líquido elemento con lo que encuentre a su alrededor, intentando frustrar la maestría del niño, lo que en general no sucede. 

Baño de velocidad
En esta disciplina el adulto debe ducharse en el preciso momento en el que el niño ha decidido dormirse y terminar de hacerlo antes de que el mismo se despierte a los gritos, lo que suele suceder a los cinco minutos.
Depilarse con una mano mientras te lavás el pelo con la otra es una subdisciplina de este deporte, reservada sólo a las deportistas femeninas.

Balanceo de carro con un pie
En este deporte el adulto debe poder realizar una actividad cualquiera (como por ejemplo mirar televisión, cenar, o trabajar en la computadora) mientras mece al niño -apoltronado en el carrito- con uno de sus pies. 
El secreto para llegar a ser un experto en este arte es mantener la velocidad y ritmo del vaivén sin tener que pensar en ello. De lo contrario los llantos del niño le harán saber que lo está haciendo mal. 

Saltos ornamentales en velocidad
En este caso, como en el del baño a velocidad, el deportista debe aprender a saltar de cabeza a la cama, previo lavado de dientes, en pocos segundos, una vez que el niño haya cerrado los ojos, para intentar ganar preciados minutos de sueño. En general el niño se despertará nuevamente el exacto momento en el que el adulto cierre sus ojos, por lo que el salto se repetirá tantas veces como el niño decida joderle la existencia a uno.
    
Seguramente vaya descubriendo nuevos deportes a medida que pase el tiempo. Mientras tanto voy iré haciéndome experta en éstos, que ya son bastante complicados...

obsesión

Escribiendo el post anterior me acordé de una obsesión que poseo, y que no está muy bien vista por el resto de la sociedad (oh, soy una incomprendida)

Cuando llego a la casa de alguien, quien sea, DEBO abrir la heladera y ver qué hay adentro.

Si no, me es imposible permanecer en ese lugar sin enloquecer.
Sépanlo, anfitriones del mundo: mi salud mental es más importante que las reglas de protocolo. 


y si no tienen pan, que les den torta (y así se armó la podrida)

Hace un tiempo que aprendí a ofrecer algo de tomar, de manera casi automática, cuando alguien llega a casa. Fue un proceso arduo, iniciado por recomendación de Concubino, porque jamás me acordaba y parece que quedaba un poco flojo. 
Es que soy una anfitriona a la sanfaçon, nunca tuve muy en cuenta las reglas de protocolo y ceremonial casero, y en realidad me importan un pito.
Debe ser por eso que no logro entender a los fundamentalistas de la anfitrionidad. Esas personas que a toda costa, inlcluso la misma incomodidad de sus invitados, se empeñan en ser anfitriones estresha. 
Como esos mozos pesados que te llenan el vaso cuando nadie se lo pidió, esta gente se siente profundamente ofendida si uno no se atiborra como un cerdo con el excesivo alimento que han preparado. ¿Qué querés que haga si no me entra un niño envuelto más, que me los incruste por las orejas y los use de audífonos?
Son esas personas que al cumpleaños del  hijo/marido/etc. se sienten en la obligación de llevar la torta (casera, obviamente), aunque el susodicho cumpleaños se realice en un boliche entre adultos borrachos saltando y rodando por el suelo, que terminarán utilizando la torta para hacer una guerra al mejor estilo Tres Chiflados.
Mi mamá es una de esas fundamentalistas. Y mi cuñada también. 
El viernes pasado he descubierto que ésta no es una buena combinación. Por lo menos si las dos se sienten obligadas a demostrar sus dotes al mismo tiempo (una por dueña de casa, la otra por madre). 
Todo sucedió en el cumpleaños de mi hermano (ese boludo grandote al que le siguen diciendo el nene). Mi cuñada cocinó durante dos jornadas para alimentar sólo 6 bocas. Mi madre es de las que lleva la torta bajo el brazo. Y mi hermano definitivamente no sabe manejar ciertas situaciones (porque es un boludo grandote). 
Temí por mi salud cuando entré a la cocina y vi la cara de mi cuñada que blandía una cuchilla enorme con la excusa de estar cortando la picada, pero evidentemente quería ajusticiar a alguien. No quise indagar en el motivo de su mal humor, pero debería haberlo supuesto, cuando la vena de la sien estuvo a punto de reventarle en el mismo momento en que Madre ingresaba al lugar con la bendita torta.
Y como soy una ignorante en estas cuestiones, no tuve mejor idea que hablar... ¡de la comida! "No te hubieras molestado, pedíamos algo y listo, así no laburabas", dije, pobre de mí.
Ante esto, la cabeza de mi cuñada giró sobre su eje, sin que el resto del torso modificara su posición, y con los ojos en llamas me contestó:
"A mi casa nadie trae comida"
WTF? 
Por las dudas asentí, como si en esa frase se escondiera el sentido de la vida, y me fui a  cuidar a Poroto, que si tiene hambre grita, y mientras le den de comer no le interesa de dónde venga el alimento. Y si está lleno eructa con ruido, y sabe cagarse estruendosamente aunque en frente tenga al rey de Inglaterra.
En fin, un verdadero sabio. No como el resto, que puede armar la tercera guerra mundial por una torta mugrienta*.

*Hay que aclarar que si a Madre se le prohibía llevar la torta el conflicto iba a ser el mismo... o sea, la única solución era hacerlo en mi casa, o en un restaurante.  

dignidad es callarte la boca

Si querés posicionarte como un político serio pero super cuul podés cambiar el look, peinarte con jopo, sacarte la corbata, pero... ¿es necesario querer hacernos creer que de un día para el otro sos un sex symbol (a pesar de esa cara de nabo que apesta que tenés)?

Y tú, amante de cartulina abandonada por el cara de nabo, ¿podrías ahorrarnos el espectáculo deprimente de tu persona haciendo declaraciones de despechada, y para peor, diciendo que las susodichas declaraciones son para defender tu "dignidad de mujer"?
 
¿Hay necesidá?

mientras dormía...

algunas notas mientras el mostro duerme (¡aleluya!)

pasa en las películas... y me pasa a mí!
En el curso de preparto me limaron el cerebro explicándome que los partos "en avalancha" (esos que salen en los noticiosos y transcurren en cabinas de peaje, colectivos y/o patrulleros) son casos raros. Rarísimos. Que, a contramano del slogan, lo que pasa en las películas NO pasa en la vida.
Lo que no tenían en cuenta es que a Poroto le gustara ser la excepción a la regla...

El guardia de seguridad que me vio entrar al sanatorio renunció a su empleo por considerarlo insalubre. Nadie le dijo que iba a tener que lidiar con embarazadas posesas, que caminan con las piernas abiertas mientras profieren maldiciones en cuatro idiomas y lanzan llamas por los ojos.
El pobre hombre trató de ofrecerme una silla de ruedas. Una hermosa idea, si pretendía sentarme sobre la cabeza de mi vástago, a punto de salir a saludar en el medio del hall.

números
Trabajo de parto: 4hs.
Duración del parto en sí mismo: 30 minutos.
Peridural: bien gracias.
Peso del mostro: 3.775 Kilos
Largo: 52 cm
Verlo salir (hinchado y violeta cual personaje de Avatar): no tiene precio -ni nombre, ni explicación posible-. 

bienvenida
Llegamos del sanatorio, todos ansiedad y alegría. Media hora después Poroto se cagó en mi cama, manchando sábanas, cubrecolcón y la mitad de mi humanidad mientras yo pensaba cómo puede un ser humano de ese tamaño cagar de semejante manera.
Mientras lo cambiábamos -intentando no desnucarlo- procedió a mearse la cabeza (porque entra en el modo manguerita regadora ON cada vez que se ve liberado de los pañales.) 
Y para darle un final a todo lujo, una vez limpio y precioso, decidió vomitarse por completo, emulando a Linda Blair en el Exorcista.
¡Qué besha es la maternidad!
no comments
La próxima vez que escuche salir de la boca de algún adulto frases como: "¿Ese nene no tiene frío?", "¿No le habrás puesto mal los pañales?", "Cuidado la cabeza", "Ya les tomó el tiempo", o consignas similares, procederé a tomar cualquier elemento contundente y lo revolearé directo al cráneo del susodicho adulto intentando dejarlo sin el don del habla (y si es posible de la vida).
Están avisados.

de terror
En 15 días pasé de ser una mujer trabajadora y activa a ser... una teta. 
Una teta zombie.