cortitas y al pie hinchado de la embarazadita

cuestión de espacio
usted preguntará, ¿por qué camino con los pies mirando cada cual a un punto cardinal opuesto como un pato con hemorroides? porque hay un ser humano con la cabeza introducida en mi pelvis y bailando el hula-hula.

acto reflejo 
coméntele al taxista que está a menos de 20 días de parir y el susodicho la mirará por el espejo retrovisor con cara de susto y su piecito se clavará en el acelerador automáticamente. no falla.

generalidad
todos los automovilistas temen que rompa bolsa y les arruine el tapizado. incluso Concubino.

generalidad 2
el camisón es la prenda de vestir más horrenda que ha pergeñado la humanidad después de los jeans nevados.
el corpiño con "ventanita" para amamantar es otra porquería infame.

pedido
nunca me dio vergüenza ir a la farmacia y pedir forros, o tampones. pero no sé que cara poner para pedir un "sacaleche".


la turuleca

en espera.
a veces moviendo el piecito o tamborileando los dedos sobre la mesa.
la mayor parte del tiempo, en silencio. alejada, ensimismada.
enmimismada.

sin querer ver a nadie. 
y todos queriendo verme, como si la contemplación de esta panza a punto de reventar fuera una obligación. un presagio, una noticia.
como si ellos estuvieran esperando parir. todos moviendo el piecito o tamborileando los dedos, todo el tiempo.

shhh... 

no quiero a nadie más que a nosotros dos. y esta espera.
quiero que seamos estos tres que seremos, y nada más.
sin estridencias. tranquilos.
ya falta poco. casi nada. 

me alejo. me callo.
me enmimismo.

shhhh...
estoy empollando.

va a estar bueno buenos aires (lo que no sabemos es cuándo)

Candidato a lo que es hoy (es decir, Jefe de Gobierno de la Ciudad, aunque sólo ejerza de inútil) se sacó una foto saltando un bache, y con una niña pobre con una remera muy cool, para demostrar que él estaba del lado de "la gente" (y que no le daba asquito salir de Barrio Parque como dicen las malas lenguas).
En medio de la toma del parque Indoamericano, lo vimos tomar mate con una señora del barrio. Como si ese fuera OTRO barrio.
Hoy, que estalló el verano, sale a promocionar su gran invento: Buenos Aires Plasha. Esa negación de la realidad hecha de sillas estridentes. Porque Buenos Aires no tiene playa. Tiene río, pero se olvidó hace rato. 
Y una playa seca es un arenero, señores.

Y en esta oportunidad, a sus publicistas, tan ingeniosos, se les ocurrió otra idea brillante: calzarle al nabo el gorro de piluso (con los colores de la "gestión", obvio).
¿Y si en lugar de aparecer como un reverendo pelotudo te ponés a laburar Maurice?
¿Y si en lugar de hacer publicidad empezás a hacer otra cosa? ¿Aunque esa otra cosa sea retirarte para siempre de la escena política?

Digo yo, ¿hay necesidá?

 

el mundo se divide

entre los que le sacan la piel al pollo (aunque esté crocante y doradita)
y los que lo comen con piel y todo


entre los que piden pata-muslo
y los que prefieren la pechuga

(y estamos en condiciones de afirmar, que el 80% de los pata-musleros comen la piel, mientras la gran mayoría de pechugueros se la saca)

Gracias María Elena!

"Felipito Tacatún estaba haciendo los deberes. Inclinado sobre el cuaderno y sacando un poquito la lengua, escribía enruladas emes, orejudas eles y elegantísimas zetas.
De pronto, vio algo muy raro sobre el papel.
–¿Qué es esto?– se preguntó Felipito, que era un poco miope, y se puso un par de anteojos.
Una de las letras que había escrito se despatarraba toda y se ponía a caminar muy oronda por el cuaderno.
Felipito no lo podía creer, y sin embargo era cierto: la letra, como una araña de tinta, patinaba muy contenta por la página.
Felipito se puso otro par de anteojos para mirarla mejor.
Cuando la hubo mirado bien, cerró el cuaderno asustado y oyó una vocecita que decía:
–¡Ay!
Volvió a abrir el cuaderno valientemente y se puso otro par de anteojos, y ya van tres. Pegando la nariz al papel preguntó:
–¿Quién es usted, señorita?
Y la letra caminadora contestó:
–Soy una Plapla.
–¿Una Plapla? – preguntó Felipito asustadísimo –¿Qué es eso?
–¿No acabo de decirte? Una Plapla soy yo.
–Pero la maestra nunca me dijo que existiera una letra llamada Plapla, y mucho menos que caminara por el cuaderno.
–Ahora ya lo sabes. Has escrito una Plapla.
–¿Y qué hago con la Plapla?
–Mirarla.
–Sí, la estoy mirando pero ¿y después?
–Después, nada.
Y la Plapla siguió patinando sobre el cuaderno mientras cantaba un vals con su voz chiquita y de tinta.
Al día siguiente, Felipito corrió a mostrarle el cuaderno a su maestra, gritando entusiasmado:
–¡Señorita, mire la Plapla, mire la Plapla!
La maestra creyó que Felipito se había vuelto loco. Pero no.
Abrió el cuaderno, y allí estaba la Plapla bailando y patinando por la página y jugando a la rayuela con los renglones.
"


Porque todas tus letras fueron Plaplas: inquietas, únicas... vivas.
Vos vas a seguir ahí, en cada una de ellas. Y en todos los que crecimos con tus palabras y tus canciones.

Gracias María Elena, y hasta siempre.