mauricio te adorna los huevitos

Ya lo dije, un político en campaña hace cualquier estupidez para caerle simpático a la gente. Y nuestro estimado jefe de gobierno comunal, el inefable Maurice, podría llevarse el record Guinnes a la mayor cantidad de pelotudeces auto-promocionales por año. 
Esta vez nos demuestra lo que ya sabemos, como para que no queden dudas: que es un verdadero huevón.  
Se ve que a sus publicistas les encanta encajarle gorros de diferentes tipos para demostrar toda la pelotudez de la que es capaz. (Y esta es la única capacidad que le conocemos hasta el momento.)


un ojo de la cara más el 10%

No soy de comprarme ropa de marca porque odio gastar una estupidez en dos trapos (que por otra parte deben haber gastado dos pesos en confeccionar, ¿qué?, ¿me vieron la cara?). Pero -y siempre hay un pero- me haría boquetera y robaría un banco sólo para comprarme TODAS las ballerinas (y algunas zapatillas y muchos accesorios) de este lugar.
A 100 euros el par (más costo de envío) es la única opción que me queda...

echale la culpa... a la ídem

15:54 Mientras trabaja en la computadora y hamaca con un pie a su hijo de casi dos meses que no para de llorar (inconsciente del concepto de stress laboral), Mate se percata de su profunda deshidratación. 
15:55 Mate toma a su hijo entre los brazos, imposibilitada de dejarlo berreando en su sillita por esa maldita tradición familiar llamada "culpa", y camina con el pequeño hasta la cocina. 
15:57 Mate abre la heladera y comprueba que la botella de agua se encuentra en una ubicación poco práctica para tomar con una sola mano. Sin embargo, en un acto de arrojo (y profunda estupidez) decide intentar una maniobra extrema... Mientras sostiene el peso muerto de su hijo, que se ha llamado a silencio, flexiona las piernas para alcanzar la altura del estante donde se encuentra la botella de agua -intentando que la cabeza del niño no quede colgando de su brazo y lo desnuque- y estira la mano. 
15:58 Lo que no toma en cuenta Mate es que al retirar la susodicha botella,  que forma parte de un tetris heladeril, el resto de los elementos circundantes comienzan a moverse para ocupar el espacio liberado. Entre ellos un sifón de soda que rueda y termina cayendo al piso.
15.59 En un instante fatal, Mate ve en cámara lenta cómo el golpe del sifón contra el piso activa el dispositivo propulsor de soda, trabándolo, por lo que el líquido comienza a salir en un chorro continuo que hace girar al envase sobre su eje empapando toda la cocina y alrededores, y que además salpica al niño, que pega alaridos de terror y mueve las piernitas frenéticamente en un intento vano de aprender a caminar en cinco segundos para poder salir corriendo.

Y todo por no dejarlo llorando solito dos minutos.
Un verdadero negoción...

Hay canciones que por más que las haya escuchado cuatro mil veces, siempre siempre con sólo oir los primeros acordes se me pone la piel de gallina.
Esta es una de ellas.
(¡Gracias Banfrula por recordármela!)


la televisión engorda, pero esto es demasiado

Escenario: Farmacity. Para variar hay dos millones de personas haciendo cola para pagar (para otro post deberíamos tratar el tema de por qué catzos en Farmacity se aglutinan todas las viejas chotas del planeta que tardan 20 minutos para pagar dos aspirinas).
Concubino es una de esas dos millones de personas.
Mate espera paciente en un costado cerca de la puerta, porque está con el carro del bebé que ocupa la mitad del local.
De pronto entra una señorita de pelo platinado, corte carré, vestido gris (que con mucha suerte le tapa las partes pudendas) y unos tacos que me dan vértigo de sólo mirarlos.
La mitad de los seres humanos de la cola se dan vuelta para verla. Es difícil no verla: la mujer mide dos metros y tiene una contextura física imponente (por no decir que es un ropero con peluca)
Desde mi posición veo que Concubino mira un segundo y sigue en su mundo. Concubino no reconoce a su madre aunque la tenga enfrente grintándole el nombre.
No es que carezca de vista, carece de la capacidad de conectar un rostro con la persona que lo porta (en general conecta el rostro con cualquier persona), por lo que estoy segura de que no reconoce a la vedettonga.
Al salir del lugar confirmo mis sospechas. 

Mate: ¿Viste qué grandota es Nazarena Vélez?
Concubino: No... ¿cuál era?
Mate: La rubia con vestido gris que entró cuando estabas en la cola.
Concubino: Aaaah, (sorprendido) ¿en serio era esa? Yo pensé que era un trava mal maquillado.

Y después dicen que las mujeres somos lapidarias...

de entrecasa o... me cago en la elegancia

Hay gente, como mi madre, que vive "de punta en blanco". Gente que se saca el maquillaje, con suerte, cuando se va a dormir, y jamás de los jamases pasa del mediodía con el pijama puesto. Que podría salir en cualquier momento a la calle sin temor a ser encerrada por atentar contra el buen gusto. En fin, gente que no tiene nada que ver conmigo.  
Para mí, llegar a casa significa deshacerme de la ropa de calle, y ponerme el uniforme de fajina, es decir, una combinación de ropa horrenda, vieja y ridícula, pero que por sobre todos esos adjetivos es CÓMODA.
Ropa con la que no puedo atender al cartero, ponele, porque el hombre se me reiría en la cara, o me tiraría un par de monedas... Y que debo cambiarme con la velocidad de la Mujer Maravilla cuando, en efecto, el cartero llama a la puerta.
Hablo de esa shoguineta azul marca "Naik" que se achicó y me llega sólo hasta  los tobillos, que combino tan bien con las medias de toalla gruesas y las pantuflas rosas del mismo material; y que remato con una remera que de tanto usarla se volvió transparente...
Por suerte Concubino me acompaña en el estilo homeless chic. Su equipo más hot consta de un short gris topo (el color original de esa prenda es un misterio) agujereado allí donde no llega la vista, una remera con personajes de Disney (a esta altura más parecidos a los muñecos del trencito de la algería  que a los originales) y, por último, las pantuflas pata de oso. Una preciosura, que exhibe con orgullo cuando baja lo más campante a buscar la pizza.
Quiero creer que la mayor parte de la humanidad tiene un equipo de entrecasa,  merecedor del premio "me cago en la elegancia". Quiero creerlo y comunicárselo a mi madre, que desde que tengo uso de razón me repite que "no sabe a quién le salí tan crota". Mi madre siempre tan simpática.
Y usted, ¿cómo viste entre las cuatro paredes de su hogar?
Hágame el favor y contradiga a mi madre... así me ahorro la visita al psicoanalista.
Muchas gracias.


Nota: Este post va dedicado a eterno sindrome premenstrual, que no ha tenido ningún empacho en hacer pública su afición por usar medias con ojotas. Hacen falta más valientes como ella (?)