con la frente marchita

Podés estar en el lugar más hermoso del mundo, o en la ciudad más increíble. Rodeado de la gente que querés, comiendo rico, alojado cómodamente y pesando sólo  a dónde ir a pasear. Podés estar pasándola muy bien. Sin embargo, llega un momento en el que sólo deseás una cosa: VOLVER.
A tu casa, a tu cama, a tus pequeñas ceremonias diarias.
Una lástima que eso también implique volver al trabajo.
De todos modos, no hay mejor lugar que el de uno (más allá de que en este instante, el lugar de una sea un verdadero despelote). 

Ando volviendo. Espero que sigan por ahí. 

So long, farewell...

Un viejo proverbio neozelandés reza "Nadie hará las cosas como tú, excepto tú mismo. Por lo que trabajarás incluso en vacaciones, o dejarás a alguien a cargo y entonces: ajo y agua  (aguantarse y a joderse)." Puede que el traductor se haya tomado algunas atribuciones, pero lo cierto es que la gente obsesiva, como la que suscribe, suele carecer de la voluntad necesaria para delegar sus tareas a otros, por falta de confianza en cualquier ser humano y/o cyborg que no sea uno mismo. 
Eso significa que, a un día de emprender mis vacaciones con la familia, no sólo no haya preparado ni un mísero bolso, sino que hace dos semanas que trabajo día, noche e inclusive en sueños.
¿Y para qué? Para salir con la férrea intención de revisar mails todos los días, y llevar un teléfono con internet por "cualquier emergencia" que suceda. Y esperar la catástrofe.
¿Y por qué? Porque no concibo la idea de dejar a su libre albedrío a aquellos que colaboran conmigo. Porque no puedo, y porque la única vez que le pedí a alguien que hiciera un trabajito de morondanga por mí mientras yo trataba de estar desenchufada, lo hizo MAL.
¿Elijo mal los colaboradores? Puede ser.
¿Tengo problemitas? Sin duda.
¿Puedo cambiar de hoy a mañana? Lo dudo.
 
Así que esta es la situación, queridos amigos que pasan por acá. Me voy de vacaciones. O lo intentaré.
Mientras tanto, seguiré soñando con que me quedo en pampa y la vía gracias a lo no-colaboración de mis colaboradores.
¿Soy la única insoportable? ¿O ustedes sufren del mismo síndrome?