el mundo se divide (con introducción, nudo y desenlace)

Nunca estuve en contra de las  formas que la humanidad encuentra para expresar sus sentimientos. Aún cuando éstas sean, digamos, poco académicas (?) o se sucedan en lugares extraños a su condición. Por ejemplo: aquel que silba o canta a los gritos en el subte o por la calle merece mi reconocimiento. El decoro está sobrevalorado.
Algunas de estas formas molestan, como esas risas inoportunas en una obra de teatro dramática (siempre hay un subnormal al que todo le da gracia) o los gritos de chancho a punto de ser degollado que profieren ciertas adolescentes entregadas a los efectos de un cóctel de hormonas y cantantes melódicos, que en su adultez les dará vergüenza recordar.
Pero hay otra, sin embargo, que supera mi sensación de molestia. Incluso la vergüenza ajena que me produce es menor a la intriga del por qué de su aparición.
Y con el tiempo he descubierto que es una cuestión muy "nacional". Y como a tantas otras, no le veo el sentido.
Entiendo el "aplauso para el asador". Entiendo la ovación a un artista. Inclusive entiendo los alaridos de porcino a punto de ser jamon crudo de las adolescentes que van a ver a Axel. 
Pero, queridos amigos, hay un aplauso que no entiendo. 
Y por ello, después de todas estas letras sin sentido, hoy vengo a afirmar que:

el mundo se divide
entre los que aplauden cuando aterriza el avión. 
Y los que no.

Y para finalizar unas preguntas: el que aplaude en el avión, ¿también ovaciona al colectivero cuando lo deja en la parada? ¿Hace la ola en el subte cuando llega a Carlos Pelegrini?
¿Por qué al piloto sí, y al remisero nada? ¿Eh?
¿El aplaudidor aéreo, es un discriminador terrestre?

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Piiiiiiiip