Después de un año de sufrir la explotación de tu jefe, los pedidos ridículos de tus clientes, o el sacerdocio de criar a un ser humano (o todo eso, junto) tenés 15 días para relajarte.
Y relajarte quiere decir tirarte cual bolsa de papas sobre una reposera, preferentemente en una playa, donde la temperatura ambiente (de 45° a la sombra) pueda sobrellevarse gracias a la existencia de un líquido elemento que no te mate por contaminación.
Elegís Mardel. Todo no se puede.
Ponés un pie en la arena amarillenta y te das cuenta de la notable diferencia entre tu figura y la del resto de los veraneantes. No es el rollo que te sobresale por encima del moño de la bikini. Estás pálida como una zombie (las ojeras por las rodillas ayudan bastante a completar el fisic du rol).
Pero sos una persona responsable, que cuida su salud. Y has esuchcado a todos los especialistas y a todas las viejas consejeras del barrio que andan al grito de "el sol está terrible" o "el cáncer es un viaje de ida."
En realidad ya pasaste por la época en la que te bañabas en coca cola antes de salir al sol. O te ponías aceite de bebé para lograr ese bronceado pollo de rotisería que te queda tan bien.
La primera pata de gallo profunda te convirtió en una defensora de los consejos de la OMS.
Entonces, estabas con un pie en la arena.
Intentando no convertirte en milanesa humana te encajás una capa de pantalla 30, y te desplomás por algún lado.
Cada cierta cantidad de tiempo te das vuelta, para que el bronceado sea parejo.
A esta altura ya no te acordás de tu jefe, ni de tus clientes, ni del ser humano que estás criando (y que en este momento está siendo rescatado del fondo del mar por un bañero.)
Todo transcurre apaciblemente, hasta que, al final del día, notás una clara diferencia entre tu figura y la del resto de los veraneantes. Demasiado clara.
¡Estás igual que como llegaste! Y eso que sudaste como un luchador de sumo todo el día.
Pero sabés que el tiempo está a tu favor. Aún quedan 14 jornadas por delante.
Pensando en ello, a la mañana siguiente, volverás a pisar la arena con la misma resolución.
Y con la misma resolución desparramarás tu cuerpo por algún rincón.
Lo que importa es el color, la salud va y viene. Ese será tu mantra.
Esta vez, no habrá barreras entre vos y el bronceado que anhelás.
Y esa noche, tendrás que dormir parada.
¡Nooo!
ResponderEliminary la ducha post playa ni te cuento!
ResponderEliminary lo peor que no podés dormir, ni de espalda, ni de costado porque los hombros están fritados, no hay forma
ResponderEliminardurísimo
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