Desde tu llegada al mundo, aprenderás, de un zopapo, que donde sea que hayas venido a parar, te va a doler.
Con el tiempo, conocerás sufrimientos de todo tipo, color e intensidad; y más luego, te darás cuenta de que también hay remedios: analgésicos, paliativos, bálsamos de toda especie.
Tu abuela recomendará una barrita de azufre para las contracturas, y te perseguirá para "tirarte el cuerito" cuando te empaches.
Tendrás una tía pastillómana, de esas que llevan un botiquín en la cartera y son devotas de Santa Aspirineta.
Y quizás, también tengas una madre que todo lo cura en base a las propiedades mágicas del agua: duchate que te vas a sentir mejor, tomate un tesito, mojate la cabeza...
Pero, oh, querido homúnculo doliente, un día llegarás a una terrible conclusión.
Ese día conocerás lo inevitable, lo innombrable, lo irremediable.
Ese día, te machucarás el dedo meñique del pie contra la mesa ratona del living, y no importa si solo o acompañado, jóven o adulto. No importa cuánto saltes, injuries, o cuánto invoques a San Expedito... ese día nadie podrá ayudarte.
ay si, de solo pensar que mi morkelin tendra que pasarlo sufro te juro
ResponderEliminarMe imagino... Prepare a Morkelito, dígale que tarde o temprano tendrá que enfrentarse a esta terrible prueba. Y quizás lo agarre menos desprevenido.
ResponderEliminar;)
un beso!