diálogos chinos

Escena 1 - Día
Chino juega en su cuarto, en silencio. 
Como toda madre sabe, el silencio de un niño sólo puede significar una cosa: la hecatombe (o la previa a la hecatombe).
Entonces la madre que suscribe entra al cuarto de su hijo.
El susodicho está parado en medio de EL CAOS. Se ha encargado de extraer todos los juguetes de sus cajas y desparramarlos por el piso. Aún sostiene una bolsa llena de muñequitos.
- ¿A qué jugás? Pregunto. 
Y como si la realidad no fuera suficiente respuesta, mi hijo, de dos años, me mira y con la mayor tranquilidad del mundo responde:
-A TIRAR TODO.
Y sí, no sé para qué pregunto.

Escena 2 - Tarde
Hijo tiene broncoespasmos a repetición. Hijo se nebuliza a repetición. A la mascarita de nebulización le dice "tortuguita". 
Hijo escucha toser al padre. Entonces se acerca, le pone una manito en la pierna y dice:
- Papá, ¿no querés hacerte la tortuguita?
(Y papá se desmaya, y mamá también. Obviamente.)

Escena 3. Noche
Hijo está cenando. Una vez terminada la comida pide postre. "Marrón", dice.
Marrón es el nombre que le da al postrecito de dulce de leche.
Entonces al padre le agarra la fiebre de la exactitud y se embarca en el siguiente diálogo.
Padre: - No se llama marrón. Es postrecito de dulce de leche.
Hijo: - ¡Es color marrón!
Padre: - Claro, es de color marrón, pero se llama postrecito de dulce de leche.
Como el pibe parece no acceder a llamar al postrecito por su nombre, el padre ensaya otra alternativa pedagógica.
Padre: - A ver. ¿Esto son fideos?
Hijo:- Nooooooo.
Padre: - ¿Este postrecito es de frutilla?
Hijo: - Nooooooo.
Padre: - ¿Es de vainilla?
Hijo:- Noooooooo.
Padre:- Es ¡postrecito de dulce de leche! 
Hijo: -MUY BIEN PAPÁ, TE SABÉS TODAS LAS COMIDAS.


Fuentes cercanas a la que suscribe afirman que Bob Esponja no habría sobrevivido a los juegos de hijo. Ampliaremos.

Speedy Gonzales

¿Qué cocino? La respuesta perfecta a esta pregunta sería: no, no tenés que cocinar; la comida sana, rica y casera aparecerá por arte de magia sobre la mesa con sólo hacer un gesto.
Pero todos sabemos que el mundo dista mucho de ser perfecto.
Por eso, entre sacamocos, nebulizaciones, intentos frustrados de dormir y llantos infantiles, les traigo estas dos recetas, que son una papa. Y son riquísimas.
(Todo a ojito, no me pidan que cabecee.)

Muffins de espinaca
Ponga espinaca congelada con manetca al microondas (si usted tiene más tiempo, o no tiene espinaca congelada, saltee la espinaca cruda). Salpimente. Pique.
Mezcle con queso en hebras, harina y huevo.
Rellene moldecitos y meta al horno. (Guarda que la mezcla se infla, así que no llene los moldes hasta arriba).
Dígale a su hijo que son "tortitas" y véalo comer verdura como si tal cosa.
También le puede meter un cacho'e queso fresco en el centro, y hacer un volcán de espinaca.

Budín de brócoli y ricota
Esta receta me la pasaron por Twitter (lo aclaro para los que dicen que ese coso no sirve para nada).
Procece brócoli, cebollita salteada y huevo. Agregue sal, pimienta y ricota.
Mezcle todo, meta en un molde grande o en moldes individuales. Y mande al horno.