En medio de un día perfecto, lleno de sol, calor, agua transparente y arena de esa que no pincha, ella se puso a llorar desconsoladamente. Muy desconsoladamente. Y porque sí.
Ella, además, repentinamente ha desarrollado la capacidad de engullir toneladas de comida. No por pura gula, ella tiene HAMBRE, así com mayúsculas. Hambre, todo el día. Incluso a mitad de la noche, cuando ataca las galletitas dulces que quedaron de la merienda.
Si ella sigue de esta manera, con esa mezcla de humor cambiante y hambre voraz, en un par de meses se habrá convertido en la hermana gemela de la orca asesina de Sea World.
Le fue muy bien a la orca, se hizo famosa, la gente compraba sus remeras, tenía su propio show. Veo un futuro próspero, gordo, pero lindo.
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