juntos, y también mezclados

Pocas cosas me ponen tan de mal humor como ir a comer afuera y que me traigan una ensalada mal servida
En principio me pone de mal humor comer ensalada porque, a no ser que se trate de esas super mezclas con  muchos ingredientes -de los denominados "sanos" y de los otros-, pedir ensalada quiere decir dos cosas: o que no me estoy atorando con un buen plato de comida suculenta porque debo cuidar mi estómago o mi figura (que ya no tiene remedio, pero qué va, a veces me agarra). O bien, estoy comiendo ensalada porque en el menú del lugar a donde he ido a parar no hay ningún plato que me guste. (Suele pasar. Piense el lector que la que suscribe no come carne.)
Sumado a este incipiente malestar, entonces, me salta la tapa de los cesos cuando el mozo, todo devoción por su tan loable tarea (?), arroja sobre la mesa un plato, playo, en el que se amontonan trozos de verduras y demás ingredientes como en una montaña. Ingredientes cortados con una sierra hidraúlica -porque de otra manera no se entiende por qué tienen semejante tamaño- y secos. Porque el adherezo viene aparte.
Señores encargados de servirnos, culinariamente hablando: hay algo que se llama en-sa-la-de-ra. Lo digo despacio porque quizás en las escuelas de comida gourmet no enseñan estas cosas y les puede sonar extraño.
La en-sa-la-de-ra sirve, oh casualidad, para meterle ensalada adentro. Por decirlo delicádamente.
Existiendo semejante producto del ingenio humano, me pueden decir entonces ¿por qué caracho me traen la ensalada en un plato playo? 
Un plato que rápidamente pierde su equilibrio interno, por ejemplo al intentar mezlcar su contenido, y se convierte en un campo de batalla donde los muertos caen al precipicio por los costados.
Y díganme, ya que estamos, ¿tanto les cuesta cortar los ingredientes de manera que me los pueda introducir en las fauces? Un tomate cortado en cuatro NO es apto para ensaladas. La palta en forma de abaniquito queda muy hermosa ahí recostada en el borde, pero cuando uno la mezcla se mantiene como un trozo único que nos llevará un bocado finiquitar.
El concepto básico de ensalada es: cosas pequeñas a ser mezcladas y adherezadas con algún menjunge, en un recipiente apto a tal fin. Cada porción de la misma debería ser - pars pro toto- en teoría, una muestra del todo. El abanico de palta, que me engullo en una sola vez,  por ejemplo, no cumple con este último requisito. 
Nada de decoraciones ostentosas, rosas de melón o  Kilimanjaros de zanahoria. Si pido una ensalada, por las faldas de Fortuna, tráiganme una en-sa-la-da.
O sufrirán las consecuencias.
Muchas gracias.

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Piiiiiiiip