Estoy en silencio porque tengo algo en la punta de la lengua.
Trabado ahí por decisión, y también supongo que por miedo. Como
si soplar esas dos palabras, desde la punta de la lengua, conjurara unas
fuerzas invisibles, rabiosas.
Como si por sólo dos palabras en voz alta fuera a cambiar el
destino, el futuro, ponele el nombre que quieras.
No creo en casi nada. No tengo cábalas ni santos de devoción.
No alzo la mirada al cielo más que para ver las nubes. No llevo estampitas y no
cruzo los dedos.
Y sin embargo… sin embargo no puedo decir esas dos palabras.
Las guardo ahí, al ras de los labios, en la punta de la
lengua.
Un poco más.
Por las dudas.
A ver si todavía.
Y también las guardo ahí porque son dulces.
Después de todo, quizás estoy aprovechando a saborearlas.
mientras las tengas en la boca, van a seguir siendo tuyas. Cuidalas.
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