será, será, será como papá y mamá

Uno de los temas sobre los que más he escuchado disertar luego del anuncio de la concepción de porot@ es justamente el intríngulis de la @.
- ¿Qué querés que sea?
- No sé, me da igual.
Concubino, responde como las viejas: que sea sanito. 
En general la respuesta no convence. Parece que hay que preferir. Entonces a falta de preferencia (o de motivos para continuar con el tema) la gente empieza a hacer conjeturas: que tenés el pelo más grasoso, entonces es varón. Que si se te ensanchó la cintura es nena. Y así. Cada uno tiene una teoría, y muchas veces se contradicen entre ellas. He presenciado discusiones encarnizadas (?) entre los que afirmaban que linda te ponés si es nena y los que decían lo contrario. Incluso volaron maníes a modo de proyectiles mortales.
Se hizo futurología con mi físico, como si yo ni siquiera estuviese ahí: si es nena te vas a deformar, las nenas te hacen pelota el cuerpo. 
Gracias por el dato. ¿Me puedo empezar a cortar las venas desde ahora? ¿O debo alegrarme de quedar deforme para ser buena madre?
Pero la teoría que hasta el momento se lleva todos los premios es la que me  contó la madre de un niño, que prefiere los niños porque "las madres siempre preferimos a los nenes y los padres a las nenas" (sic). Según la mujer, si un  niño te toca la panza y le da así como asquito, es porque llevás a otro varón en el vientre. En cambio, por la natural atracción sexual (?) si es nena, parece que el varón se te tira encima o algo así.

No sé que será porot@. Ni bien sepa les cuento. Lo único que espero es que todavía no comprenda el idioma... para no tener que escuchar ciertas cosas.

el mundo se divide

entre los que abren el regalo ni bien se lo das
y los que lo dejan a un costado para abrirlo después.


Nota: No sé cómo puede haber gente que resiste por más de cinco minutos la ansiedad de saber qué hay adentro de la bolsa y/o paquete del regalo.  
Además... ¿no es medio de mala onda no abrir el regalo en el momento? 

cenando con Mirto-papá

Padre, de visita, entra en acalorada discusión política con la que suscribe. 
Frente a algunas sentencias de padre (del estilo de "hay que matarlos a todos") la que suscribe se pregunta: ¿y yo a quién catzos habré salido?
Lllega el momento de la despedida. Hay que ir redondeando, como dicen en la tele.
Padre afirma alguna cosa sobre creencias religiosas y Adán y Eva.
Yo le hablo de un señor llamado Darwin.
Entonces me mira, y con un gesto de menosprecio digno de Mirtha Legrand, me responde:
- ¡Vos, porque sos comunista!

Y esa es la últma palabra. 



ri-sueño

Ya era de día, pero de día recién estrenado. Me desperté, no sé por qué razón (cada noche me despierto unas cuatro veces por diferentes motivos -y todos me dan bronca-). Mientras miraba el techo, rogándole a San Clonazepan que viniera en mi ayuda, lo miré. Dormía de costado, de espaldas a mí, plácido. 
De golpe, se le empezaron a mover los hombros. Así, de arriba a abajo, rapidito. Se le aceleró la respiración, y emitió un sonido corto y agudo.
Sé lo que es despertarse acongojada y llorando por un mal sueño. Es horrible.
Me pregunté qué estaría pasando en esa cabeza, por qué tanta angustia, y lo acaricié, tratando de calmarlo.  
Los sonidos se hicieron más fuertes y repetidos. Entonces me di cuenta: no se estaba quejando. 
Se estaba riendo a carcajadas, completamente dormido. 


ecuación

Mi nivel de cansancio físico y mental es directamente proporcional al número de puteadas que emito por frase enunciada.
Actualmente sería digna merecedora del premio  "Me cago en la lengua castellana". 
Necesito vacaciones.
La puta madre.

título

Hoy tuve que firmar un papel en la obra social. 
Nombre y apellido de la madre, decía. Y al lado, nombre y apellido del padre.
Mientras firmaba, y lo miraba firmar, solitas, inesperadas, se me caían las lágrimas.

ganamos

La espera fue tensa, y la verdad no tenía muchas esperanzas.
Amiga vino a casa y estuvimos varias horas charlando los tres, indignándonos, elevando la voz como si esos señores que hablaban en la tele pudieran escuchar nuestras respuestas.
- No puedo ni pensar qué va a pasar - me dijo ella-  la decepción sería muy grande.
Cenamos, seguimos discutiendo, entendiéndonos, intentando mirar desde los ojos del otro. 
Nos despedimos, en la calle desierta y helada, antes de que cambiara el día. 
Seguíamos sin saber.
No pude soportar mucho más, el embarazo me duerme. Un sueño incontrolable.
Y me dormí. Y me desperté a la madrugada. Concubino había prendido la radio, pero no daba signos de estar despierto. Escuché, en silencio, y me levanté.
Concubino me habló, desde la habitación: - ¿te sentís bien?
- Sí, le dije. ¿Viste que ganamos?
Y nos quedamos un ratito charlando. Como dos viejitos, escuchando "el noticioso".
Y sí, ganamos. No un grupo. No una minoría, como podría suponerse.
Ganamos todos. De eso se trataba. 
Ganaron aquellos a los que se les estaba negando un derecho que otros disfrutaban. Ganamos los privilegiados (porque un derecho para unos pocos no es derecho sino privilegio) que queríamos igualdad.
Ganó mi hijo o hija, porque va a vivir en un país un poco más justo.
Sé que falta mucho, pero estamos avanzando. 
Ojalá sigamos haciéndolo.
Pero hoy hay que estar contentos, porque hoy ganamos. 

en la boca del lobo

Sueño que voy a la iglesia con concubino. Desde la adolescencia no piso una iglesia más que para los casorios (momentos en los que me quedo en la puerta mirando de lejos.) 
Concubino ni siquiera está bautizado.
O sea: sueño que voy a la iglesia sólo para escuchar lo que tienen que decir sobre ciertas cosas.
Nos sentamos en un banco marrón oscuro. Todo es oscuro, amarillento.
Sueño que la misa rápidamente se convierte en la conferencia de una señora de pelo permanentado que critica el matrimonio para todos y todas y todis.
Sueño que le contesto, que es a lo que realmente fui. (No me arrodillé, no recé, sólo estoy ahí para no callar.)
Sueño que la vieja se queja y yo le respondo. Bajito, estoy tranquila.  La vieja cacarea.
Los de alrededor me miran mal y cuchichean.
Concubino está al lado mio, estoico, apoyándome. 
Sueño que finalmente las viejas y viejos (son todos viejos y viejas) se paran y me van acorralando hasta la puerta.  En el camino me encuentro con gente conocida, en la misma situación que nosotros: nos están echando. No sé muy bien qué dicen, pero nos quieren del lado de afuera. 
Finalmente la marea de viejos chotos nos conduce al patio. Hay sol, hay adoquines grises, hay plantitas. Es un lindo lugar ahí afuera.
Sueño que los viejos chotos se escurren por la puerta, de vuelta a la oscuridad ámbar.
Y cuando nos estamos por ir, aparecen dos chicas, vestidas de pollera azul. Se ríen, y corren por el patio hacia nosotros.
Nos reparten dulces, y vuelven a irse. Infantiles. 
Quizás no saben que nosotros no somos bienvenidos ahí.
Quizás sí. 
Y con los dulces, en realidad nos estén guiñando el ojo. 

surtido, como en botica

Ay mamá pulpa!
Madre al teléfono, ayer, después de la final. 
Madre: ¿Viste que ganó España?
Mate (deseando que a madre no se le hubiera dado por el comentarismo deportivo): Sí.
Madre (entusiasmada): Mañana en el trabajo seguro me gano algo, porque acerté el prode, yo dije España y Holanda.
Mate (empezando a dudar de las aptitudes futboleras de madre): ¿En serio? Buenísimo. Sos como el pulpo.
Madre (en un arranque de compasión): No, pobre pulpo. Ese acertó todo y seguro no le regalaron ni una galleta. 
¿Una galleta? Para madre un pulpo y un perro deben ser más o menos lo mismo. 

Animalito
Taxista, monologando hacia el espejo retorvisor: Nooo, si este país está muy deteriorado. ¿Vos viste la clase de gente que hay ahora en la calle? ¿Cómo se viste, cómo habla? No puede venir una chica y decirme "eh, vieja llevame hasta tal lado." 
Concubino, intentando suavizar mientras yo miro por la ventana, imaginando cuánto dolería la caída: Bueno, pero eso es por la juventud también.
Taxista, decidio a dejar en claro su punto de vista: Qué juventud. Si subo a cada uno, de treinta años. A esa edad uno es un ser humano completo.
(Y antes que era, ¿casi una persona?)
Nooo, vos andate a Rivadavia y Nazca a las seis de la mañana y vas a ver. Están todos ahí borrachos, se pelean entre ellos, las chicas tiradas por ahí. Son, son...
Es la-sel-va. 

Problemita
En una conversación de la que no participaba (gracias a Fortuna). 
1: Pero Pirulo ¿no es medio tonto?
2: No, nada que ver. 
1: Ah, me parecía.
2: No, no. Es puto, eso sí, pero es buen pibe.
3, dirigiéndose a 1: Me parece que vos te equivocaste de problemita.
Ah. Ahora sí, me quedó mucho más claro.




musiquita optimista y pegadiza

para cantarle al sol,
de frente y sin anteojos 

Sing out, sing out, sing out your joy 
Raise up, raise up, raise up your voice 


carrera

Ella esperaba el ascensor marcando los segundos con el piecito. 
tac tac tac
Ella miró de reojo cuando me paré a su lado. Se revolvió un poquito, como un animal amenazado.
tac tac tac
Volvío a apretar el botón de la flechita que ya estaba encendido. Una, dos veces. 
Gesto inútil, pero delator.
El ascensor llegó. Ella se encargó de abrir las puertas, con una solicitud egoísta. 
- ¿A dónde?
- Al primero, laboratorio.
- Ah, yo también.
Ella volvió a inquietarse y avanzó un paso por delante mío, hacia la puerta, tomando la manija.
El asensor se detuvo.
Ella abrió la puerta tijera y salió empujando la otra, con un ímpetu excesivo.
Salí y mientras cerraba las puertas la ví corriendo hacia el dispenser de números. 
Sólo entonces quedó satisfecha. 
Me había ganado.
Yo tenía el 85, y ella el 84.

Dicen que el tiempo es oro. 
De a cinco minutos ella debe ganar verdaderas fortunas.

dos rayitas

una
tres
dos
una sola, 
entonces está bien
tres minutos, sin respirar, sin mirar, 
aunque la ansiedad te abra los ojos

una...
y dos

dos rayitas
así de simples
mudas
rosadas, como tímidas

y un sólo abrazo
y algunas lágrimas
y mil sonrisas
 
tres minutos
y dos rayitas después
nos cambió la vida


recolectora

Juntar, rejuntar, amontonar. Llámelo coleccionar, si le quiere dar visos de elegancia a su manía de acopiar cualquier basura que encuentra por ahí, y que sigue guardando durante años sin saber bien para qué, pero que se niega rotundamente a arrojar al incinerador porque "le da cosita".
Si me remonto el las aguas del tiempo (?) me doy cuenta que el que rejunta se hace basusrero de chiquito. Al ir avanzando por el camino de la vida en algún momento se encontrará con una bifurcación, y allí deberá elegir: entre seguir apilando porquerías o dedicarse a alguna otra cosa (igual de inútil, no se haga el interesante).
Yo, definitivamente tomé el camino de la recolección.
Algunas de ellas:
Figuritas: de Raimbow Brite y Frutillita. Algunas de estas últimas venían con olor (que a veces reconoczco en el perfume de ciertos locales de ropa) y por eso valían más en el intercambio. También recuerdo las Basuritas, aunque las autoridades de mi colegio las prohibieran (por lo que constituían una especie de mercado negro escolar, toda una rebeldía a los 10 años).
Stikers. Nunca en la vida utilicé ninguno de los stikers de la colección, que quedaron pegados en el álbum fabricado a tal fin. Los más valiosos eran los de felpita, que además se pegaban y despegaban con más facilidad que los truchos (esos que dejaban resabios de papel por todos lados).
Papeles de carta. Recordé esta colección gracias a una amiga de la casa. Como sucedía con los stikers me daba lástima usarlos. Y, cuando me dejaron de dar lástima, ya nadie mandaba cartas (y menos con la cara de Hello Kitty). Por eso todavía conservo algunos, que le legaré a mis hijas (?)
Chupetes. Esto más que una colección era una moda horrenda. Se trataba de unos bodoques de plástico de diverso tamaño y color (con forma de chupete) que las niñas se colgaban en el cogote cual cencerro. Cuanto más chupetes, más piola eras, supongo. Una verdadera porquería.
Tarjetas de boliche Ya estaba grande. Ya iba a bailar y me juntaba en un local de comidas rápidas para hacerme la tarjetera. Hacerme digo, porque lo único que hacía con las tarjetas era guardarlas. Aún las conservo. Hay algunas con unos diseños muy buenos, y hay algunas que la verdad son un vómito. Pero de tirarlas ni hablar.
Cajas de cigarrilos No sólo ya era grande, sino que había comenzado a fumar. Tengo una caja llena de cajas de Camel, de esas de edición limitada. No las puedo tirar porque me gustan, pero tampoco las exhibo ni mucho menos. O sea, no sé para qué las tengo.
Entradas y programas. Las entradas de cine dejaron de tener sentido, porque ahora son todas iguales, pero sigo juntando las de teatro, recitales y demás eventos. Soy la que estorba siempre al grupo al grito de "guardame el programa". La joya de mi colección: el programa de Drácula firmado por sus protagonistas. Lo veo y se me caen las lágrimas.
Monedas y billetes. Una colección que da lástima, por lo escasa, pero que aumento cuando puedo. Ahora ando en busca de las del bicentenario. Las joyas: una moneda cubana con la cara del Che, un billete de plástico brasilero, y una (creo que) oriental que tiene agujerito en el medio.
Postales. De esas que se dan gratis en los restaurantes. Podría empapelar una pared con todas ellas. Pero no, como todo el resto, están perfectamente guardadas en una carpeta.
Y así sigo, juntando, recolectando, amontonando. 
Inútilmente, pero con pasión (que es lo que cuenta).


Y usted, ¿qué camino tomó cuando niño? ¿El del rejunte indiscriminado de porquerías? ¿O del otro lado de la pila: ese lugar más desierto y más monótono... pero mucho más fácil a la hora de las mudanzas?
Cuente sin tapujos.
Soy Mate: lo escucho.



(Nota: tanto el contenido del presente post como su remate no serán utilizados por los lectores maliciosamente para tratar a la que suscribe de vieja chota. Un poco de respeto por sus mayores, caracho.)