violencias

No salgo de mi indignación. Y no es pacatería ni falta de ojo estético. No me vengan ahora con el concepto de obra de arte, porque esto no tiene nada de arte, y sí mucho de declaración de principios.
Y quiero salir de mi indiganción y de mi bronca para decir las cosas claras. Porque de ciertos temas hay que hablar sin pelos en la lengua. 
Porque hay que decir, cada días más fuerte y más claro, que la violencia nace de la desigualdad. Y si nos llenamos la boca hablando de la cantidad de violencia que nos rodea, tendríamos que preguntarnos qué hacemos para eliminar la desigualdad, o para fomentarla. Desigualdad que quiere decir no ser respetados, no poder acceder a una escuela, a un hospital en condiciones. Ser iguales si queremos trabajar, besarnos por la calle, casarnos con el que se nos antoje, tener un hijo o no tenerlo.
Hay que seguir precisando que un golpe, un insulto y una amenaza son violencia, y punto.
Hay que repetir hasta que no tengamos más voz, y entonces habrá que escribirlo en las paredes, que nadie tiene derecho a ser violento con el otro. Ni un jefe, ni un maestro, ni una pareja.
Que los celos no tienen nada que ver con la violencia. 
Y que el amor es exactamente lo contrario.
Habrá que grabárselo en la frente: si te pega, si te insulta, si te amenaza, no sólo no te quiere, andá a denunciarlo.
Quizás a alguno le parezca una reacción exagerada, pero no. No, porque mueren demasiadas mujeres por casos de violencia. Y porque hay muchas, demasiadas mujeres que viven aterradas, escondidas, encarceladas en su propia casa. 
Me enojo porque todos los días hay tanta gente que trabaja con tan pocos recursos para evitar que estas cosas se repitan. Tanta gente a la que no les alcanza ni el tiempo ni el dinero para solventar campañas enormes, pero que sin embargo siguen ahí, ayudando, enseñando, superando el miedo, luchando contra instituciones medievales, intentando cambiarlas.
Tanta gente, para que una mujer salga ensangrentada en la tapa de una revista, como si esa imagen fuera inocente y lisa.
Déjenme decirles que la desigualdad también es simbólica. Que ese cuerpo, está ahí para banalizar una situación tan grave que lleva a miles de mujeres a la muerte. 
Tanto esfuerzo para que en todos los programas habidos y por haber, se digan barbaridades como "le gusta que la caguen a trompadas", que se termine justificando al violento.  Que todo se desdibuje, se pierda, se convierta en basura.
Entonces habrá que seguir diciendo. Porque vivimos en un país en el que un señor que trata a una mujer como una cosa, y también un poco menos que eso, es el más exitoso. Vivimos en un país en el que un pueblo salió a la calle a defender a tres violadores. Un país en el que hoy, la imagen una mujer ensangrentada, la imagen de una violencia, vende miles de revistas.  

5 comentarios:

  1. de acuerdo, totalmente. es terrible y preocupante.

    ResponderEliminar
  2. ademas, muestra como se naturaliza y justifica la violencia, sobre todo contra las mujeres. y lo que es peor: es una mujer la que se presta a esa tapa y a minimizar la violencia de su marido. que pena.

    ResponderEliminar
  3. hay cosas que no entiendo, cómo si viviéramos en 5 siglos atrás. Mentalidad retrógrada y bárbara.

    ResponderEliminar
  4. mate, sos lo más grande que hay... quise escribir sobre esto y no encontré palabras, gracias!

    ResponderEliminar
  5. Gracias por los comentarios, es bueno sentir que todavía somos varias las que nos alarmamos por ciertas cosas.
    Un beso

    ResponderEliminar

Por favor, deje su comentario después del tono. Le responderemos cuando podamos, y como podamos (lo que generalmente será peor de lo que usted espera).

Muchas gracias por su mensaje.

Piiiiiiiip