La gente entra y se asusta al verte. Algunos niños corren a esconderse detrás de las madres.
No es que el gorrito te quede mal, es que la tela te está dando alergia y sos lo más parecido al Grinch que han visto.
En medio de una avalancha de compradores que acaban de recordar que mañana es nochebuena, te llama tu mujer para quejarse por el precio de la canasta de navidad.
De paso, te pregunta “qué pensás hacer con la prima Raquel y el tío Enrique”.
Por decir algo, le decís que no se preocupe.
A los diez segundos llama la prima Raquel que pregunta sutilmente “si va a ir el desubicado del tío Enrique”.
Mientras cobrás, atendés a los clientes y te rascás la frente deforme, entra otra llamada. Dejás a la prima Raquel en espera y atendés: es el tío Enrique, que antes de decir "hola" insulta a la prima Raquel y te avisa que “ni borracho pasa una navidad con ella”.
Como ambos cortan sin dejarte decir nada, seguís con tu trabajo.
Media hora después tu mujer quiere saber qué hiciste con el asunto Raquel y Enrique. Le decís que no vas a invitar a ninguno.
Tu mujer cuelga el teléfono al grito de: “¡que fácil solucionas vos las cosas!”
Por fin, llega el horario de salida y tu jefe te entrega el regalo navideño de la empresa. Por cuestiones de presupuesto consiste en una bolsa de nylon con una garrapiñada y un tetrabrik de vino tinto.
Acto seguido te anuncia que este año no cobrarás el aguinaldo porque se lo gastaron en comprar las bolsas navideñas.
Cuando caminás hacia el subte, que sigue sin funcionar, te llama tu hijo menor a los gritos porque Papá Noel no se llevó la cartita en la que consta su pedido del “súper reloj de Ben-10 que te transforma en extraterrestre”. Lo tranquilizás diciendole que Papá Noel ahora atiende por e-mail, y ya te encargaste.
Tu mujer le saca el tubo a tu hijo, que sigue llorando de fondo, y te avisa que invitó a la prima Raquel y al tío Enrique, pero que no les dijo nada.
“Que ella no puede dejar de invitar a ninguno, y que después de todo la navidad es para encontrarse y festejar, y seguramente se amigarán durante la cena.”
Dos horas después llegás a tu casa.
Tu mujer está desquiciada porque se le cortó la mayonesa para el vitel toné. “Encima con lo que le salió... Menos mal que todavía cuentan con tu aguinaldo para comprar la tonelada de comida que falta.”
Te sentás a ver televisión y lo único que encontrás es a Ricardo Fort vestido de duende y cantando villancicos; noticieros que llevan la cuenta de la cantidad de boludos que se sacaron un ojo con un corcho; y películas donde mágicamente todos se convierten en personas bondadosas y preocupadas por la paz mundial y ese tipo de cosas.
Te comés las garrapiñadas y te tomás el vino. Ya bastante borracho te vas a dormir.
En sueños ves al tío Enrique gritando que “a esos hay que matarlos a todos”, aunque no sabés a quiénes se refiere.
También está la prima Raquel, que insulta al tío Enrique, mientras tu suegra, totalmente borracha, habla del ex novio de tu mujer, “que era tan bueno y educado y trabajador. ¡Y justo se vino a casar con este energúmeno!”
Ves a tu hijo derrumbando la pared del comedor con un rompeportones, para luego oir sus gritos porque Papá Noel le trajo un camioncito de juguete y un par de medias, en vez del “súper reloj de Ben-10 que te transforma en extraterrestre.”
Ves a tus vecinos que se presentan alegremente a brindar, sin aportar algún brebaje a tal fin
Y ves a tu mujer tratándote de desconsiderado porque rechazás el octavo plato de pavita por la que estuvo todo el día “trabajando como una burra”.
Al despertarte comprobarás que todo fue un sueño. Y que lo peor todavía no llegó.
Hoy es 24 de diciembre: ¡felicidades!