ábrete sésamo!

En otra oportunidad hablé de la maldad de ciertos objetos de uso común: esos que cuando más desesperadamente necesitamos se obstinan en desaparecer de nuestra vista. Hoy, siguiendo con la línea de pensamiento por la cual podría afirmar que existe un complot universal para hacer nuestras vidas más miserables, me detendré en una situación de la vida cotidiana que a veces resulta un verdadero calvario: la apertura de envases.
No importa cuántos adelantos técnicos, dispositivos “abre fácil” o instrucciones le encajen al envase, éstos serán imposibles de abrir sin la ayuda de los poderes sobrenaturales de alguna divinidad. Por ejemplo:

El sobre de ketchup y/o mayonesa.
 Cuando usamos este tipo de artefactos alimenticios (?) es porque nos encontramos a punto de ingerir un alimento que dañará nuestra imagen social de manera permanente. Porque, digamos la verdad, nunca vi a nadie que comiera una hamburguesa con glamour.
Y para colmo de males, invariablemente tendremos que luchar con el sachet de condimento. Primero, uno, que es lo suficientemente civilizado, intentará abrir el sobrecito por la línea de puntos, como indican los señores fabricantes, lo que resultará completamente inútil.
A los dos minutos de no obtener resultados, uno, que será civilizado pero carece de paciencia, hincará un diente en el susodicho tirando del otro extremo.
Y entonces, la hecatombe. El procedimiento cuasi perruno abrirá el envase, pero de manera tan brusca que buena parte de su contenido le caerá en la camisa blanca que se puso porque hoy tiene una reunión importante. Y es difícil explicarle a un jefe que el Ketchup es diabólico (por lo menos si esperamos mantener nuestro puesto de trabajo).

Las galletitas con “hilito rojo”
Se supone que el hilito rojo está ahí, rodeando el extremo del envase de galletitas, para que uno tire de él y el paquete se abra. Error.
El hilito rojo es un chiste con el que los fabricantes de snacks (que poseen un humor bastante particular) se ríen de nosotros, pobres mamertos, que tiramos de la susodicha cintita al divino cuete.
Porque la basura de cintita esa, en el 80% de los casos sale del paquete lo mas panchita (chiste que solo entenderán los consumidores de las ídem) sin producir ningún cambio en el envase. O bien, el susodicho estará fabricado de tal forma que al tirar del hilito rojo la primera galletita, infaliblemente, saldrá volando y caerá al piso estallando en mil pedazos.
Debido a esto, y gracias a una amplia experiencia en el tema, no recomiendo tratar de abrir un paquete de galletitas frente a la computadora. Eso, si no quieren criar un nido de cucarachas debajo del teclado.   

El sándwich envasado al vacío
Hambre.
Tenés hambre y te acercás a un kiosko donde se te vende un sándwich fabricado industrialmente, de esos envasados al vacío. Con esto, está claro que nuestra alimentacion apesta, ¡y encima nos la complican!
Si tu vida dependiese de ingerir el referido tentempié, lamento comunicarte que estas destinado a morir.
Porque, en otra broma de los fabricantes de snacks, habrá unas bonitas instrucciones destinadas a la apertura del envase, que se mantendrá minuciosamente cerrado, por más empeño que uno le ponga.
El sellado que se utiliza para cerrar esos paquetes de plástico es el mismo que utiliza la NASA para sellar las naves espaciales. Por lo que, para comer el sándwich será necesario tener a mano un cuchillo, o un taladro neumático. Dos elementos muy comunes en la cartera de la dama y el bolsillo del caballero.

Por todo lo dicho, si se llegan a cruzar con algún miembro del gremio de fabricantes de snacks yo que ustedes me cuidaría. Esa gente y es maligna.

2 comentarios:

  1. no confíes en nada que contenga la palabra 'fácil' o 'practi'...

    ni en los 'AbreFácil' y, en otro orden de cosas, en los 'PagoFácil'.

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  2. Tiene razón Puchi! Nunca vi nada más difícil que pagar algo en un Pagofácil.

    Lo que refuerza mi idea del complot universal para complicarnos la existencia.

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Piiiiiiiip