Me asalta la pregunta, inquieta, maldita.
De esas misteriosas, insondables, profundas.
Me asalta en el recinto, sagrado, certero,
donde la mano nutricia prepara el puchero.
Me asalta insoslayable, abatida en la mesa.
La pregunta me asalta, molesta, maloliente.
Si yo la recambio, la cuido, ¡la aseo!
Pero ella se empecina, oh la ballerina.
Sumidero de tela, estercolero amarillo.
¿Llegará el día próvido
en el que no te adivine,
a oscuras o a tientas,
yaciendo mugrienta?
¿Llegará sin remedio
la jornada venturosa
en la que después de usada,
no seas flor de olorosa?
Sumergila en agua con lavandina día x medio y se acabó el olor. El problema es que así cuesta más encontrarla en la oscuridad ;-)
ResponderEliminarbuenisimo Mate!!!!
ResponderEliminarGracias! Fue una inspiración repentina (y apestosa)
ResponderEliminarjaja
Y en este solemne acto le damos oficialmente la bienvenida a Irene a este blog.
Que entren las banderas de ceremonia.